Interesante artículo.
EN EL ARTÍCULO, LA INVESTIGADORA HELENA SINGER REFLEXIONA SOBRE LAS TRANSFORMACIONES DEL MUNDO LABORAL, LOS ADELANTOS EN EL CAMPO EDUCATIVO Y HACE ÉNFASIS EN CÓMO LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS POSIBILITAN DIVERSAS FORMAS DE RELACIÓN Y PRODUCCIÓN DE SABERES. TAMBIÉN ENUMERA Y DESCRIBE DIFERENTES EXPERIENCIAS DE EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA EN TERRITORIOS EDUCATIVOS DE LA CIUDAD DONDE SE HACE MÁS EVIDENTE QUE LA EDUCACIÓN IMPLICA LA PARTICIPACIÓN DE LAS PERSONAS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO.
CAMBIO DE PARADIGMA
En Brasil, en los últimos años, vienen creciendo las iniciativas emancipadoras en el campo de la educación. Algunos procesos sociales posibilitan comprender este contexto favorable.
En primer lugar, el desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación e información ha facilitado los procesos de aprendizaje autónomo, haciendo obsoletas las estructuras de enseñanza basadas en salas con los pupitres mirando a la pizarra, las aulas expositivas, el conocimiento fragmentado en disciplinas, el adulto que profesa para seres sin luz ni voz. Estas mismas tecnologías posibilitan también nuevas formas de producción de conocimiento, basadas en redes, superando la dependencia de las obras de los especialistas, producidas y difundidas en forma centralizada.
En el contexto de la llamada “sociedad del conocimiento” resulta aún más evidente el hecho de que la educación implica el involucramiento de las personas en múltiples flujos comunicativos; flujos que serán tanto más educativos cuánto más rica sea la trama de interacciones.
El segundo proceso que suscita cambios en el campo de la educación está formado por el conjunto de los avances de la investigación científica que el sociólogo portugués Boaventura Sousa Santos asocia con el surgimiento de un nuevo paradigma, basado en estructuras no disciplinares ni evolutivas, pero sí promotoras de diálogos entre las diversas áreas del conocimiento y también entre la ciencia y los saberes tradicionales (1). Específicamente en relación con los procesos cognitivos, las investigaciones hechas con base en nuevas tecnologías y siguiendo los preceptos de este nuevo paradigma han demostrado lo que los educadores desde el siglo XIX ya afirmaban: para aprender, las personas necesitan estar afectivamente involucradas con la información, lo que incluye los sentimientos en el cuerpo del proceso. Las estructuras educativas deben, por tanto, buscar el involucramiento afectivo y la movilización, superando la noción de que es preciso domesticar al cuerpo para que la mente pueda aprender.
La tercera tendencia favorable al cambio se relaciona con las transformaciones del mundo laboral, en el sentido de la desregulación de las relaciones, de la imprevisibilidad de las carreras y de la multiplicidad de caminos profesionales. El ingreso y la permanencia larga y satisfactoria en el mundo laboral dependen hoy más de la capacidad de los sujetos para aprender siempre, crear nuevos proyectos y articular redes, mucho más que dominar conocimientos técnicos ultra especializados.
Es en este contexto que el fracaso de la escuela viene siendo anunciado en los titulares de los matutinos y diariamente comprobado en los salones de clase dominados por el desánimo de estudiantes y profesores en los pasillos y patios dominados por la violencia.
Pero el fracaso no es sólo de la escuela como institución, sino también de las políticas públicas en educación que en Brasil y en diversos países del mundo pasaron -a partir de los años 90- a orientarse con base en pruebas nacionales de matemática y lengua, en rankings internacionales, quitándole sentido a un proyecto educativo capaz de formar efectivamente ciudadanos aptos para vivir y promover la democracia.
En respuesta a este evidente fracaso, un nuevo movimiento por la transformación en la educación toma fuerza; un movimiento que se integra con la movilización de nuevos actores por la reinvención de la democracia en todas sus variadas dimensiones. Se trata de iniciativas de grupos de la sociedad civil que buscan nuevos modos de hacer, modos creativos y solidarios de desarrollar autonomía y cooperación que colaboran para el bienestar social tanto de las generaciones actuales como de las futuras.
En este nuevo movimiento, educadores, comunicadores, artistas, investigadores, estudiantes y activistas de diversos campos vienen creando nuevas experiencias educacionales que rescatan y actualizan propuestas de pensadores como Antón Makárenko, John Dewey, Janusz Korczak, Celestin Freinet, Ivan Illich, Paulo Freire, entre otros que se dedicaron a la formulación de propuestas educativas emancipadoras.
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