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martes, 4 de abril de 2017

Innovar y mejorar con calidad la escuela del siglo XXI.


Los pasados días 30 y 31 de marzo, gracias a las amables gestiones realizadas por mi buen amigo el profesor Ruben Dario Naranjo, tuve la oportunidad de visitar diferentes instituciones educativas en Pereira y Dosquebradas.

El día 30 por la tarde visitamos y compartimos en la Institución Hugo Ángel Jaramillo, donde su rectora, la profesora Rosa María Niño, y  un grupo de profesores de la institución participaron, mostrando gran atención, en la presentación de Escalae System y la investigación que coordinamos sobre “EL DESARROLLO DE LA FORMACIÓN PROFESIONAL DOCENTE A TRAVÉS DE LA PRÁCTICA REFLEXIVA, RETROALIMENTADA POR LA FORMACIÓN ONLINE (Teacherspro)”, la cual será presentada en el Simposium de Práctica Reflexiva para transformar la acción educativa, a celebrar en Buenos Aires los días 26 y 27 de septiembre de 2017. De igual modo hicimos estas presentaciones en la Universidad Tecnológica de Pereira, donde sus directivos, Jorge Rojas y Gloria Stella Naranjo, junto con un grupo de profesores mostraron gran interés por conocer los contenidos de las investigaciones y servicios que desde el Instituto Escalae se prestan a las instituciones educativas.


El día 31, en la Universidad Escuela Superior de la Función Pública de Dosquebradas, dentro de una jornada internacional sobre educación, tuvimos la ocasión, durante toda la mañana, de presentar la conferencia coloquio “Innovar y mejorar con calidad la escuela del siglo XXI”. Y también aprovechamos para presentar la investigación que venimos coordinando ya citada más arriba sobre práctica reflexiva.


La conferencia se centró, en primer lugar, en hacer una reflexión sobre el mundo en el que vivimos, la globalización, los avances científicos y tecnológicos, la brecha en la calidad educativa que existe entre los países de América Latina y los países llamados más desarrollados, diferencias que a los 15 años, según PISA, pueden llegar a ser de hasta 5 años en el aprendizaje de las matemáticas, o que estos países de Latinoamérica y el Caribe se estima que se pierde el 50% del tiempo escolar oficialmente establecido, etc., pero en especial analizamos los cambios que se están produciendo en la sociedad y en el alumnado en relación con el modo en el que podemos acceder y utilizar la información, y cómo todos estos cambios y transformaciones culturales, económicos y políticos, hacen cada día de la profesión docente, una tarea más compleja y complicada, por las exigencias formativas que debemos afrontar, en el desempeño de nuestra función educadora. Finalizamos esta primera parte, abordando la necesidad de transformar la escuela del siglo XXI para que se convierta en una organización de aprendizaje para todos, que forme ciudadanos justos, pacíficos, críticos, solidarios y comprometidos social y políticamente con la construcción de un mundo donde la justicia distributiva y los derechos humanos sean la base de la convivencia, con el fin de lograr un mundo más digno y sostenible.


La segunda parte de la conferencia fue dedicada a exponer cómo desde Escalae System y a lo largo de más de 10 años de investigación, en la que han participado más de 10.000 docentes, pertenecientes a 500 centro de siete países, hemos ido encontrando las herramientas, las técnicas y los recursos necesarios para establecer un ciclo de mejora e innovación sostenible de la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje, que nos augura y ofrece la posibilidad de avanzar en la buena dirección, siempre que se cumplan las características y condiciones institucionales que la investigación ha puesto de manifiesto.
Finalizamos la exposición con algunas reflexiones a modo de conclusiones, destacando que lo verdaderamente importante, más allá de las teorías es la actuación ética y el compromiso de los docentes, por ser el aspecto más determinante para la calidad y la transformación necesaria de la educación en el siglo XXI.

A lo largo de la exposición los asistentes participaron y expusieron argumentos que pusieron de manifiesto el alto interés y coincidencia en muchas de las cuestiones compartidas. Además de hacer excelentes reflexiones finales que recogían de modo muy acertado la esencia de los temas planteados.

Desde aquí queremos enviar a todos y cada uno de los asistentes nuestro más profundo agradecimiento por su presencia e implicación en el desarrollo del evento.


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jueves, 8 de septiembre de 2016

La tercera ola. Alvin Toffler



Hace un par de año reflexionábamos con Alvin Toffler, hoy cada uno seguro que tiene argumentos para creer aún más en sus profundas verdades.

Cuando se escucha con atención el discurso de sabios como Alvin Toffler, se estremecen los cimientos de nuestras creencias más firmes. Pero no cabe duda que cuando se reflexiona sobre su mensaje, encontramos que la realidad casi siempre supera la ficción y lo que hoy nos parece increíble, mañana nos parecerá estúpido, en palabras de este autor.

El problema se nos plantea cuando hoy tenemos delante un alumnado que espera de nosotros una buena clase, una respuesta a su necesidad de ser formado, aunque la escuela lo que le ofrece es un menú previsible y poco apetitoso que, en un alto porcentaje de situaciones, no responde a sus inquietudes ni necesidades, sobre todo por ser demasiado cerrado. Entonces nos alarmamos por el poco interés que muestra el alumnado y la baja dedicación al trabajo que demuestran en el día a día.

En ese momento, muchos docentes responsables, revisan, reflexionan sobre su práctica y buscan con esfuerzo la solución al mal que vive en su clase pero encuentra demasiados obstáculos, como la organización de los centros, las normas reguladoras de los sistemas escolares, los colegas poco comprometidos, que los hay, los programas a desarrollar, las evaluaciones a las que son sometidos, directa o indirectamente, etc. Entonces aparece la desesperanza o el sentido práctico de la vida y, poco a poco, se van dejando de hacer cosas, muchos se sienten arrastrados por la fuerte inercia de la rutina, y pensamos que para la consideración social que tenemos, el sueldo que nos pagan y los problemas que sistemáticamente recibimos, para todo ello ya hacemos bastante.

Pero no hay duda que debemos seguir en la lucha, siempre merece la pena, hacer todos los esfuerzos que estén en nuestra mano, para dar lo mejor a nuestro alumnado, pues sólo educando más a los que más lo necesitan podremos lograr caminar hacia un mundo mejor.

En el día a día de la tarea docente, cuenta más lo que hacemos con cada niño, creando inquietudes, mejor que ofreciendo conocimientos como materia ya establecida y objetiva, dando la oportunidad de pensar y dar respuesta a sus propias inquietudes, más que seguir un libro de texto determinista y cerrado al mundo y a los intereses de los escolares. En fin, haciendo otra escuela que sea más justa, creativa, solidaria y comprometida con el logro de una sociedad más sostenible y que tenga los derechos humanos con horizonte para caminar por el camino correcto.

Así nos aseguraremos que nuestro alumnado, sea cual sea el futuro, sabrán interpretar las claves del mundo que les toque vivir y tener el sentido crítico suficiente para luchar por los mejores ideales. 

sábado, 11 de junio de 2016

Historias para no dormir.

Niños rumanos en su escuela (2006)
La vida, los años, la experiencia profesional y personal vividas, junto con la genética, nos conforman como persona  y nos ayudan, o no, a encontrar sentido a nuestra existencia y a las historias que se desarrollan a nuestro alrededor.

Por esa razón, siempre que viajo, me gusta llevar puestas las gafas de la curiosidad y la observación detenida para tratar de ver y conocer las vidas y las historias de las personas con las que me encuentro en el camino. Esa es la razón por la que hoy me gustaría compartir tres historias que considero que deberían quitarnos el sueño, no solo por  lo que puedan significar para los que hemos tenido la fortuna de nacer en la zona de confort que nos proporciona un país, una sociedad y una familia que, mirando al mundo que nos rodea, podemos decir que están muy por encima de la media, incluso cuando aún estamos viviendo las consecuencias de la crisis económica; sino también, y sobre todo, porque debería hacernos pensar, cuando ejercemos como ciudadanos o profesionales, sobre qué sociedad queremos contribuir con nuestras acciones y omisiones.

La primera historia me sorprendió allá por el año 2006, en una visita de un programa Arion, en una pequeña ciudad de Rumanía. Cuando llegamos a la plaza del pueblo y dejamos el coche aparcado de inmediato se nos acercó un chico de unos 11 años, que nos ofrecía servirnos de guía a cambio de alguna gratificación. Le preguntamos porque no iba a la escuela y nos respondió que necesitaba dinero para llevar comida a su casa, que tenía 6 ó 7 hermanos, no recuerdo con exactitud. Pero es curioso, apenas iba a la escuela y se defendía en español e inglés. Aceptamos su propuesta, recorrimos la pequeña ciudad mientras nos contaba historias que supuestamente había aprendido escuchando a otros. Finalizada la visita le preguntamos cuánto debíamos pagarle, a lo que respondió que con unas monedas era suficiente. Entonces le propusimos que le dábamos el doble pero en alimentos para su familia, lo que de inmediato aceptó. Después de comprar unos alimentos básicos, le ofrecimos que cogiera alguna golosina o algo que le gustara mucho y que no podía comprarse habitualmente. Su decisión fue comprar una gaseosa grande para compartir con sus hermanos. Finalizada la compra lo llevamos en el coche a su casa para que no fuera cargado. Cuando llegamos nos encontramos que vivía en las afueras de la ciudad en un barrio de chabolas, la suya, como todas las demás, estaba hecha de restos de materiales como maderas, chapas, plásticos, etc. Podría tener una extensión de unos 14 m2, en el centro tenía una estufa que servía de calefacción y cocina. Para agradecernos la comida que llevamos nos sentaron en el lugar mejor que tenían, un camastro de tablas y con ladrillos para soportarla, que era donde supuestamente dormía la mayoría de ellos y sus padres, que apenas tendrían 30 años y ya tenían más de media docena de hijos. Enterados los vecinos de nuestra presencia, el exterior de la chabola se llenó de madres y chiquillos pidiendo una ayuda, lo cual llegó incluso a complicar nuestra salida del barrio.

Las dos siguientes historias comparten el mismo lugar, la ciudad de Cuzco. la primera sucedió en 2007 y en ella conocí a un niño de unos 4 ó 5 años, que sentado en la acera, cerca del hotel en el que me alojaba, vendía puñados de caramelos. La primera tarde que lo encontré, le pregunté cuánto tiempo tenía que estar allí y en un lenguaje difícil de entender, pues apenas hablaba español, me dijo, o le entendí, que hasta que los vendiera todos. Entonces le compré todos los caramelos (al cambio eran apenas un par de euros), para que se fuera a dormir a su casa. Pero mi sorpresa fue que al volver, un par de horas más tarde, todavía estaba allí con más caramelos, por lo que volví a comprárselos todos de nuevo. Así sucedió durante los dos días que estuve en esa ciudad. Naturalmente el niño no actuaba por iniciativa propia, pues después supe que compraban los caramelos en el supermercado, en bolsas grandes, que luego dividían en puñados para venderlos más caros y ganarse quizá el doble de su costo. Y aunque traté de hablar con el niño, no logré averiguar mucho, pues su lenguaje era muy limitado, además de que quizás estaba advertido de no hablar con extraños.

La tercera historia la conocí en mi segunda visita a Cuzco, en abril de este año. Se trataba de una niña de 9 años, que estaba sentada en la puerta de un comercio en la acera. Tenía una báscula de baño delante de ella, le pregunté que para que tenía la báscula y ella me dijo que para pesarse quien quisiera por 50 céntimos de sol (al cambio un euro son unos 3,7 soles). Entonces le dije que para que quería el dinero y me respondió que para comprar unos cuadernos que necesitaba para ir a la escuela, le pregunté cuánto necesitaba para los cuadernos y me dijo que 3 soles. También quise saber si necesitaba algo más y respondió que unos colores que costaban dos soles. Por lo que le di esa pequeña cantidad y me marché con la duda de si alguna vez la niña tuvo los cuadernos y los lápices para los que decía estar juntando dinero.

Historias similares suceden muchos miles cada día, cada instante, en este mundo injusto y egoísta. Incluso si pensamos en las angustias y calamidades que hoy están pasando todos aquellos que quieren salir de las zonas de guerra y miseria, por las necesidades vitales que no se pueden satisfacer, consecuencias de los conflictos armados en todo el mundo. Porque ahora, los medios de comunicación, nos han puesto el foco en el Mediterráneo, pero países como Colombia, que como consecuencia de la guerra que sufre por más de 50 años entre el ejército, la guerrilla, los paramilitares, según el Consejo Noruego para los refugiados, en un informe presentado en Ginebra, mayo de 2016, junto a la Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), indica que 5,7 millones de personas están desplazadas, es decir el 12% de la población ha dejado sus hogares por la violencia, siendo el segundo país del mundo con más desplazados después de Siria.

Pero sin ir más lejos, también la crisis de los últimos años, entre nosotros, ha agudizado la pobreza, y lo que es peor aún, ha llevado a muchos a perder su dignidad de persona por no disponer de lo mínimo necesario. Por lo que podríamos seguir contando historias para no dormir y no tener tiempo en una vida para contarlas todas, pues las miserias humanas no entienden de fronteras ni de países, son universales y mientras existamos conoceremos y sabremos de historias que nos gustaría que no se vivieran jamás.

Por todo ello, la enseñanza más importante que deberíamos sacar es que la educación, la formación de personas con principios morales y éticos, justas, íntegras, solidarias y pacíficas, es el mayor patrimonio que podemos dejar a nuestros hijos. Pues luchar por una educación mejor es imprescindible para lograr un mundo más vivible y sostenible. Pero mientras pensamos como podríamos resolver los problemas del mundo, podemos empezar por atender las necesidades de los más próximos y a emprender una cruzada, personal y colectiva, solucionando todo aquello que esté a nuestro alcance. De ese modo, estaremos en camino de lograr una vida más digna para todos los humanos y un mundo más sostenible.