domingo, 4 de junio de 2017

Innovación y buenas prácticas educativas en Extremadura.


Mejorar la educación y dar respuesta a las necesidades que tienen los ciudadanos para crear un mundo más justo, pacífico, digno y sostenible, es una preocupación que todos manifestamos tener y que, seguramente, igualmente compartimos. La cuestión es que cada uno tenemos una idea de cada una de esas palabras, y ahí empiezan los problemas, pues cada uno pensamos que la forma de lograr ese ambicioso proyecto social debe ser la nuestra, que tiene sustanciales diferencias con la de otros.

El pasado día 1 de junio, la Junta de Extremadura, a través de la Consejería de Educación y Empleo, organizó la 1ª jornada de Innovación y buenas prácticas educativas. Fue un evento lleno de calidad, reconocimiento y buen hacer, pero sobre todo fue un encuentro de la escuela extremeña con sus protagonistas, conformados por una importante representación de las mentes docentes más inquietas e innovadoras que son o trabajan en nuestra tierra. Aunque no debemos olvidar que existe un número, mucho mayor de profesionales, que de manera abnegada y callada, trabajan cada día y dan lo mejor de sí a la sociedad extremeña, pero que por diversas circunstancias, no han sido reconocidos o premiados públicamente, aunque sí lo son, cada día, por tener la satisfacción del deber cumplido; incluso en muchos casos, por el reconocimiento del alumnado y sus familias, que son en definitiva, quienes reciben y aprovechan el esfuerzo de su profesionalidad y docencia. Ellos también son dignos de la mal alta consideración, reconocimiento y aprecio.

El día se inició con el acto inaugural, que corrió a cargo del Secretario General de Educación, Rafael Rodríguez de la Cruz, que justificó y contextualizó la necesidad e importancia de la realización de esta jornada.

En la ponencia inaugural, se nos ofreció una visión cosmogónica de la realidad educativa llena de metáforas y simbolismo de lo que debe ser la innovación educativa. No podía haberlo hecho nadie mejor ni con la claridad, la sencillez y la profundidad que lo hizo Antonio Rodríguez de la Heras. Pues como él mismo dijo, sentía que su función era la de actuar de introductor, de “telonero” de la jornada que se iniciaba. Nos situó en un espacio relativamente corto de tiempo, en una perspectiva general, de lo que luego llegaría, las buenas prácticas educativas. Expuso una mirada elevada sobre la realidad del mundo educativo que tenemos, lo hizo utilizando, entre otras, la metáfora del agua (el saber, el conocimiento, etc.), desde que está contenida en las nubes, hasta que, dependiendo de las condiciones, se precipita, o no, y cómo debemos saber encauzarla y aprovecharla; continuó, llamando la atención sobre la importancia que tiene la escuela y los docentes para no sofocar el cerebro de las personas, evitando así que se pierdan para la sociedad; desarrollando la capacidad de abstracción, realizando una práctica docente investigadora, evitando experimentos innecesarios en el aula, realizando primero un proceso de metabolización de lo que pretendemos aprender, para construir conocimiento práctico y aplicable, etc. Antes de finalizar nos recordó la importancia de la enorme carga ética que debe tener presente y practicar el docente en su importante tarea profesional de educar innovando. Todo ello con la finalidad de evitar convertir a la escuela en creadora de operarios para una sociedad mercantilista, sino más bien, de conseguir que la educación pueda ofrecer la carga de disconformidad suficiente con la situación actual, para estimular el avance, la innovación y transformación social.

Después de la excelente conferencia marco, la jornada continuó, en primer lugar, con la exposición de las experiencias galardonadas en los premios Joaquín Sama a la Innovación Educativa y Tomás García Verdejo a las Buenas Prácticas Educativas del año 2016, cuya presentación, en general, fue de un muy buen nivel, aunque se echó en falta una sistemática para hacer visible, por una parte, la experiencia realizada, pero, sobre todo, para exponer los objetivos, los propósitos, las finalidades educativas que cada trabajo premiado persigue; en definitiva, en hacer explícito cómo contribuye, cada actividad que realizamos en la escuela, a la consecución de la persona y el ciudadano que queremos formar en nuestras instituciones educativas. Pues es de vital importancia no confundir los medios con los fines, y todo lo que trabajamos y hacemos, incluida la propia escuela, son medios para lograr una sociedad mejor, como decíamos al principio, si este objetivo no se consigue, todo lo que hacemos podrá quedar bien en la memoria de la educación de Extremadura, pero no habrá servido de mucho.

Al hilo de las presentaciones de las experiencias y las intervenciones de los docentes, pensaba que dar a conocer estos trabajos es una buena forma de hacer visible nuestra realidad educativa, que teniendo más problemas por resolver y siendo más profunda y diversa de lo que allí pudimos ver, sin embargo estaba bien representada la acción de un gran número de docentes que, día a día, viven en el desvelo de la innovación y la mejora escolar; en definitiva, mereció la pena y pudimos conocer prácticas que buscan la calidad educativa y que, por tanto, contribuyen a conformar una sociedad mejor, más digna y más justa.

El día continuó con una mesa redonda donde estuvieron representados todos los sectores de la comunidad educativa, administración, padres, docentes y universidad. Fue muy interesante conocer las visiones y percepciones tan diferentes, que cada sector tiene de la realidad educativa, que nos está tocando vivir. Pero, sobre todo, este momento, aportó ideas claves para entender que el único camino para avanzar en la dirección correcta, en educación y en su innovación, es sentándonos alrededor de una mesa y, olvidando nuestros intereses particulares, poner, por encima de todo, el bien común y las necesidades formativas del alumnado para construir una nueva sociedad.

Después conocimos la experiencia ganadora del 1º Premio Nacional de Innovación 2016, del IES Salvador de Vitoria de Monreal del Campo (Teruel). Impresionante trabajo de buena práctica, presentado de manera ágil y acertada por dos de sus profesores, articulada por una institución educativa que sabe aprovechar los recursos disponibles, el contexto, mediato e inmediato, para hacer una escuela viva y activa que centra su trabajo en cuatro grandes ejes: la transversalidad, la interdisciplinariedad, al alumnado protagonista y la apertura del centro a la sociedad.

Como colofón de la jornada, se llevó a cabo el acto de entrega de los premios (2017) Joaquín Sama y Tomás García Verdejo, a cargo de los responsables de la Consejería de Educación y otros representantes de la sociedad extremeña. Cerrándose la larga jornada con una muy interesante intervención de la Consejera, Esther Gutiérrez Morán, que hizo repaso a temas de gran calado y que sería interesante y necesario tener presentes para el futuro de la educación no sólo en Extremadura, sino también otros ámbitos.

Pero después de tantos años en esta profesión, ante hechos educativos tan relevantes como este, para una comunidad educativa como la extremeña, quizás por coincidencias no pensadas, eché en falta a algunos profesionales de la educación, que teniendo una alta responsabilidad, podrían haber tenido la oportunidad de aprender más un día que en muchas largas jornadas de trabajo. Por lo que sería bueno que se tomara nota y, en el futuro, se eviten coincidencias para que toda la comunidad educativa, también más representantes sociales, incluso de las instituciones educativas premiadas, puedan presenciar y conocer lo que la escuela hace por la educación en Extremadura.