Cuando miramos a nuestra alrededor, con la intención de ver más allá de lo que perciben nuestros ojos, es decir, cuando observamos detenidamente la realidad circundante y ponemos la intención en descodificar lo que significan los hechos observados, podemos descubrir y leer entre líneas, las esencias, lo que subyace en la realidad de la sociedad.
El libro que les dejo es un buen ejemplo de lo que se esconde tras leyes y normas, palabras y gestos de dirigentes que no saben, o no quieren, o, simplemente, no tienen la voluntad política suficiente para solucionar los problemas. Con frecuencia a los responsables públicos se les llena la boca de palabras políticamente correctas, incluso incorrectas, que parecen anunciar una voluntad decidida de trabajar por la equidad y la excelencia en educación para todos. Pero los intereses particulares y las fuerzas del mercado educativo, neoliberalismo, no cejan en su empeño de perpetuar las diferencias y ser factor de riqueza para unos pocos, en perjuicio de la mayoría. Además los magaproyectos educativos y las grandes inversiones no son la solución para la mejora de la educación de un países como Colombia, pues no existen evidencias científicas que avalen tales propuestas como camino para la mejora de la calidad y la equidad en la educación de un país. Parece que, especialmente, para que la educación se transforme en un verdadero elemento de compensación de las desigualdades y de transformación social para todos, no sólo para unos pocos, se necesita algo más que inversiones millonarias, en determinadas poblaciones o zonas, que de ningún modo podrían aplicarse a la totalidad de los ciudadanos de un país. Pues las necesidades básicas de algunos son tan imprescindibles que e ninguna manera podrían justificarse inversiones en complementos educativos, que siendo absolutamente deseables, no tendrían sentido cuando las carencias de otros son tan básicas. Por el contrario, aunque la calidad y equidad depende de un conjunto de factores, la inversión en educación debe hacerse aplicando principios de equidad, compensación y solidaridad.
Hoy sabemos que los recursos y elementos más decisivos, los que más influyen en la calidad y en los resultados de la educación, son la selección y formación de los mejores profesionales para la tarea docente, para con ello mejorar la instrucción e interacciones dentro de las aulas, y la necesidad de atender a todo el alumnado incluido en el sistema escolar (Informe Mckensey, 2008).
Aquí les dejo el libro, que aunque referido a Colombia, bien podrían servir para otros muchos otros contextos de Latinoamérica.
En Colombia la Constitución, los discursos públicos y en general las instituciones dan la impresión de que tenemos una sociedad mucho más abierta, móvil y maleable de lo que realmente existe. Basta con mirar las genealogías de la sociedad colombiana para ver la facilidad con la cual el estatus social de las familias se reproduce de padres a hijos desde tiempos inmemoriales.
El sistema educativo podría ser un mecanismo de atenuación de esas desigualdades. Pero no lo es. El sistema educativo no sólo educa mejor a las clases altas, sino que las educa por separado. Los ricos no sólo reciben una educación de mejor calidad sino también una educación exclusiva. En Colombia cada clase social se educa, en términos generales, por aparte. La oferta de la educación pública es deficiente, y la clase alta busca, a través de la educación privada, mejores estándares educativos que puede pagar para que ello sea posible.
En este libro se muestra, a través de una investigación empírica basada en el análisis de los resultados del examen de Estado, cómo la educación básica en Colombia se parece a un sistema de segregación, un sistema de separados y desiguales, que viola el derecho a la no discriminación y la igualdad de oportunidades consagrada en la Constitución."
El libro que les dejo es un buen ejemplo de lo que se esconde tras leyes y normas, palabras y gestos de dirigentes que no saben, o no quieren, o, simplemente, no tienen la voluntad política suficiente para solucionar los problemas. Con frecuencia a los responsables públicos se les llena la boca de palabras políticamente correctas, incluso incorrectas, que parecen anunciar una voluntad decidida de trabajar por la equidad y la excelencia en educación para todos. Pero los intereses particulares y las fuerzas del mercado educativo, neoliberalismo, no cejan en su empeño de perpetuar las diferencias y ser factor de riqueza para unos pocos, en perjuicio de la mayoría. Además los magaproyectos educativos y las grandes inversiones no son la solución para la mejora de la educación de un países como Colombia, pues no existen evidencias científicas que avalen tales propuestas como camino para la mejora de la calidad y la equidad en la educación de un país. Parece que, especialmente, para que la educación se transforme en un verdadero elemento de compensación de las desigualdades y de transformación social para todos, no sólo para unos pocos, se necesita algo más que inversiones millonarias, en determinadas poblaciones o zonas, que de ningún modo podrían aplicarse a la totalidad de los ciudadanos de un país. Pues las necesidades básicas de algunos son tan imprescindibles que e ninguna manera podrían justificarse inversiones en complementos educativos, que siendo absolutamente deseables, no tendrían sentido cuando las carencias de otros son tan básicas. Por el contrario, aunque la calidad y equidad depende de un conjunto de factores, la inversión en educación debe hacerse aplicando principios de equidad, compensación y solidaridad.
Hoy sabemos que los recursos y elementos más decisivos, los que más influyen en la calidad y en los resultados de la educación, son la selección y formación de los mejores profesionales para la tarea docente, para con ello mejorar la instrucción e interacciones dentro de las aulas, y la necesidad de atender a todo el alumnado incluido en el sistema escolar (Informe Mckensey, 2008).
Aquí les dejo el libro, que aunque referido a Colombia, bien podrían servir para otros muchos otros contextos de Latinoamérica.
"En este libro se muestra,
a través de una investigación empírica basada en el análisis de los resultados
del examen de Estado, cómo la educación básica en Colombia se parece a un
sistema de segregación, un sistema de separados y desiguales, que viola el derecho
a la no discriminación y la igualdad de oportunidades consagrada en la
Constitución.
En Colombia la Constitución, los discursos públicos y en general las instituciones dan la impresión de que tenemos una sociedad mucho más abierta, móvil y maleable de lo que realmente existe. Basta con mirar las genealogías de la sociedad colombiana para ver la facilidad con la cual el estatus social de las familias se reproduce de padres a hijos desde tiempos inmemoriales.
El sistema educativo podría ser un mecanismo de atenuación de esas desigualdades. Pero no lo es. El sistema educativo no sólo educa mejor a las clases altas, sino que las educa por separado. Los ricos no sólo reciben una educación de mejor calidad sino también una educación exclusiva. En Colombia cada clase social se educa, en términos generales, por aparte. La oferta de la educación pública es deficiente, y la clase alta busca, a través de la educación privada, mejores estándares educativos que puede pagar para que ello sea posible.
En este libro se muestra, a través de una investigación empírica basada en el análisis de los resultados del examen de Estado, cómo la educación básica en Colombia se parece a un sistema de segregación, un sistema de separados y desiguales, que viola el derecho a la no discriminación y la igualdad de oportunidades consagrada en la Constitución."
(Los subrayados son míos).
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