Evaluación
de las competencias básicas.
El
pasado día 14 de diciembre volvimos a la universidad de Salamanca para hablar
de evaluación de competencias básicas. Como en otras ocasiones, la presentación
se hizo a un grupo de alumnos del máster de profesorado de educación
secundaria. Debemos agradecer esta oportunidad, una vez más, a dos apasionadas y
grandes profesionales de la educación, además de profesoras de esta universidad, Francisca Gallego y Raquel Cruz, que "vive la educación", que tuvo en su padre, seguramente, al mejor de los
maestros, al cual recordaba diciendo que siempre le decía que ...“el que se
atreve a enseñar, no puede dejar de aprender”. Frase que utilizó para finalizar
su tesis doctoral premiada con la máxima distinción.
Iniciamos
nuestra intervención con alguna referencia a lo que nos decía Perrenoud sobre el
problema principal de la evaluación, es decir, que necesitamos sustituir una
evaluación informal, basada en impresiones personales, por una evaluación
formal, basada en criterios.
A
continuación, la intervención se centró, en primer lugar, en hacer un análisis
de lo que no debería ser la evaluación educativa y que nos decía, allá por 1995,
Miguel Ángel Santos Guerra en su ya clásico libro “La evaluación: Un proceso de
diálogo, comprensión y mejora.”
Cómo
contrapunto hablamos de lo que debería ser la evaluación educativa. Para ello revisamos los principios que Neus
Sanmarti nos ofrece en su libro “Diez ideas claves: evaluar para aprender”.
Pues creemos que es un buen ejercicio revisar lo que entendemos por evaluación
a la luz de las excelentes aportaciones de esta autora.
También
revisamos algunos conceptos generales sobre evaluación y sus diferentes
modalidades según quién la realice o el momento en el que se lleve a cabo. Sin
olvidarnos de los aspectos normativos de acuerdo a los que debemos realizar nuestra tarea de evaluar,
donde los alumnos tienen todo el derecho a conocer los criterios de evaluación,
de calificación y por supuesto los instrumentos a través de los cuales
realizaremos nuestras valoraciones. Concluimos este apartado diciendo que si tuviéramos
que reducir a una acción o significado la evaluación lo haríamos diciendo que
sobre todo debe ser “REGULACIÓN”.
Dedicamos
después un amplio espacio a la reflexión sobre la evaluación de competencias
básicas, qué nos aportan y qué nos exigen cumplir con este requisito para
adecuar nuestros planteamientos a esta visión más amplia y, a la vez, más
precisa, de lo que debemos hacer para conocer el nivel de desempeño de cada
alumno en torno a la adquisición de las competencias básicas. Para ello planteamos
¿por qué tenemos las competencias básicas? Hablamos de la gran dificultad que
se les presenta a los docentes para llevarlas a la práctica, pues se les ha ofrecido una definición semántica, cuando lo que realmente necesitan es una
definición operativa, es decir una relación clara de éstas con los elementos
del currículum. Para ello hablamos de cómo pasar de los objetivos, contenidos y
criterios de evaluación a los indicadores y rúbricas para evaluar los aspectos
más concretos de las competencias.
Finalizamos
con un ejercicio práctico, en el que los estudiantes tenían que relacionar los
elementos curriculares contenidos en sus unidades didácticas, que previamente
habían elaborado, con el fin de encontrar los criterios de evaluación con los
que evaluarlas, desglosar estos en indicadores e identificar las competencias básicas
que, en cada caso, alcanzarían los alumnos al desarrollar su trabajo en el
aula.
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