El contexto actual
Vivimos en un mundo, en el que como propone Bauman en su dilatada obra, ya nada es permanente, duradero y firme (sociedad sólida), sino que todo se ha vuelto fugaz, cambiante e inconsistente (sociedad líquida). En cuanto a la educación no es necesario decir que ya no tiene sentido el lanzar conocimientos a los estudiantes para que estos los adquieran, pues el aprendizaje bancario tan criticado por Freire, hace mucho dejó ser útil a las personas y a la sociedad, ya que hoy las necesidades formativas deben dirigirse al desarrollo y adquisición de habilidades, competencias básicas que implican desarrollo de capacidades humanas que permitan a los individuos vivir y dar la respuesta adecuada a un mundo de cambios vertiginosos y lleno de incertidumbres.Por otro lado, en ese contexto, la búsqueda de respuestas a la formación profesional del docente nunca fue tan dinámica y estuvo tan necesitada de ser a lo largo de la vida, por lo que adquirió la gran importancia que ahora tiene. Las causas de todo ello tendríamos que buscarlas, además de lo anteriormente dicho, en los estudios internacionales sobre el profesorado como TALIS (Teaching and Learning International Survey), las evaluaciones internacionales y ranking de rendimiento, especialmente PISA (Programme for International Student Assessment), pero también otras pruebas como LLECE, TIMM, PIRLS, etc., que han creado un escaparate comparativo internacional en el que todos quieren estar cuanto más arriba mejor. Olvidando que los criterios por los que se alcanza una mejor posición, no siempre significan que sirvan igualmente para determinar que se tenga una mejor educación, ni que con ello se garantice una sociedad más pacífica, justa, equitativa y solidaría, sino que, de acuerdo a unos criterios arbitrarios, se han obtenido mejores puntuaciones en una prueba. Por ello, los dirigentes y responsables educativos han centrado su mirada en esos resultados que tienen de fondo una visión materialista, de una sociedad competitiva y consumista de ideología individualista de la vida y, como consecuencia de estas creencias, se están acometiendo reformas educativas, más o menos manifiestas, encaminadas a mejorar la productividad y el consumo de los países, en una concepción falsa de la realidad al asociar el “progreso económico” con la “felicidad de las personas”, y, además creer que vivimos en un mundo de recursos infinitos, cuando en realidad habitamos un planeta finito, y todo ello, a pesar de que suponga un abandono drástico de la formación humanista de las personas, tal y como denuncia reiteradamente, entre otros autores, Nussbaum, M. (2008) cuando habla de la crisis de la educación, del abandono de las ciencias sociales por los estudios científicos y tecnológicos, como base del progreso de los pueblos. Y esta actitud de competencia por los mejores puestos, se mantiene a pesar de que, como nos dicen numerosos críticos y algunos análisis interesantes como el de Carabaña, J. (2015), lo que nos aporta PISA no tiene ninguna utilidad para la escuela. Y, lo que es peor, como sabemos por experiencia, estas evaluaciones no nos ofrecen datos de por qué hemos llegado a donde estamos ni, mucho menos, nos informan de aquello que debemos hacer para mejorar no solo los resultados, sino, y, sobre todo, la forma en la que debemos actuar los docentes para formar personas íntegras y ciudadanos críticos, para un mundo sostenible.
Para leer más
«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación» Paulo Freire
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