Todos hemos oído
y leído numerosos mensajes sobre la excelencia de la educación en Finlandia,
pero con frecuencia se olvida que tras la excelencia de esos resultados existen
razones, hechos y una larga tradición cultural de compromiso social por la
educación que hacen de este derecho fundamental el bien más importante de una
sociedad que valora por encima de todo a la educación.
El sistema
educativo de un país, como nos recordaba el desaparecido Xavier Melgarejo, se
conforma con tres subsistemas: el sistema familiar, el sistema escolar y el
sistema social. Y cuando todos ello giran en el mismo sentido y se pone a los
estudiantes en la alto del sistema educativo y todos los demás subsistemas se
alinean de acuerdo al objetivo común de educar, que es formar personas
responsables, autónomas e independientes, entonces resulta que la excelencia es
al producto final.
Pero, además, los
resultados sociales se consideran mucho más importantes que los resultados
escolares, quizás por esa razón se tiene muy claro por todos (familias, docentes,
administraciones, etc.), que las metodologías, los recursos, los ambientes de
aprendizaje, los resultados, etc., son solo medios para conseguir el fin que se
proponen. Y en ese contexto, existe un alto nivel de implicación de las
familias, los niños aprenden y practican desde pequeños la autonomía, incluso
de ir a la escuela por sus medios siempre que el clima se lo permite.
Existen otros
factores como lo difícil que resulta vivir en un clima tan adverso, quizás ello
les ayude a esforzarse, a apreciar y valorar el tiempo y el aprendizaje, para
afrontar y salvar los obstáculos que la vida les plantea.
También llama la
atención el uso tan adecuado de las tecnologías, pues, por ejemplo, no existe
una obsesión por los ordenadores, incluso uno diría que los colegios de países
y regiones mucho más pobres tienen, incluso de algún modo usan, mucho más estos
medios, pero no por ello alcanzan mejores niveles educativos. Como tampoco
sucede con la inversión en educación pues numerosos países que invierten más
que Finlandia obtienen peores resultados.
Otra gran
diferencia es el avance que se está produciendo en la concepción de los
espacios de aprendizaje en las nuevas instituciones educativas que se están
construyendo; espacios diseñados para crear una atmósfera propicia al
aprendizaje, respeto a los demás, uso libre y flexible de espacios y tiempos,
que están muy lejos de la tradición reinante en buena parte de las escuelas de
muchos países del mundo, donde todo está establecido en horarios rígidos, done la
disciplina y el orden son entendidos como silencio y quietud. En este sentido
se puede ver a estudiantes durante sus clases utilizando su teléfono para
consultar, escuchar música mientras hacen tareas de matemáticas, etc. Además,
todos los estudiantes tienen semanalmente clases para manejarse en el hogar,
cocinar, planchar, limpiar, etc., por tanto encontrar máquinas de coser,
cocinas con todos sus componentes, etc., es lo normal.
Pero, además de
todo ello, las instituciones educativas tienen una gran autonomía pedagógica y
organizativa. Los docentes trabajan en equipo, los acuerdos y proyectos
institucionales son llevados a la práctica porque todos han aportado a su
elaboración y los consideran suyos.
El profesorado es
clave en todos los sistemas educativos y por ello en Finlandia, solo uno de
cada 10 aspirantes llega a ejercer la profesión, ya que consideran que los que
eduquen a sus hijos han de ser los mejores, por ello, la selección se hace
antes de iniciar los estudios, y se completa con niveles de exigencia muy altos
a lo largo del tiempo del periodo de formación. Es curioso, en relación con la
formación del profesorado, que, en España en los años 70, suprimiéramos las
escuelas anejas a las escuelas de formación del profesorado, supongo que porque
no les parecían efectivas; sin embargo, en Finlandia tienen escuelas similares
no solo en primaria, sino también en secundaria. Ya que dan gran importancia a
la coherencia entre la teoría y la práctica, es decir entre lo que estudian los
futuros docentes y las líneas de trabajo que se desarrollan en las escuelas.
Tampoco debemos olvidar
que la educación en Finlandia es pública en torno al 94%, eso significa que
tienen una educación pública, de calidad y excelencia para todos. Además, este
país, se caracteriza, por dar más recursos y ayudas a aquellos que más lo
necesitan, de tal modo que las escuelas en medios más desfavorecidos reciben
mejores presupuestos. Sin olvidar las ayudas y facilidades a las familias para
conciliar la vida laboral y familiar.
Podríamos seguir
enumerando aspectos de un sistema escolar de excelencia, pero quizás deberíamos
terminar diciendo que el éxito en su sistema educativo es el fruto de una
sociedad que valora la educación y en la que desde todos los estamentos se
contribuye a un fin común. El sistema educativo se convierte en un crisol en el
que se funden las sinergias, los deseos y las finalidades de una sociedad que
tiene la más alta consideración de la educación y de sus docentes.
Estas breves
reflexiones han sido posibles, especialmente, gracias al interesantísimo y bien
organizado viaje del Instituto Escalae, de inmersión pedagógica, que he
realizado a Finlandia la última semana del mes de abril.
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