Al final del
otoño de 2015, también en el otoño de su ya dilatada vida de 85 años, ella
sufría un ictus que la dejaba postrada en una silla de ruedas, como una gran
dependiente de los demás. Paradójicamente ella que se había pasado su vida
sirviendo a todos los que compartíamos la vida de familia y renunciando a todo
lo propio en beneficio nuestro, y, además de todo ello, tenía que sufrir
aquello por lo que tanto había rezado siempre para no vivir. Por circunstancias
que no vienen al caso, he tenido ahora la ocasión de poder visitarla casi a
diario, especialmente vamos a la hora de las comidas, pues hemos descubierto
que además de acompañarla, colaboramos a que coma un poco mejor, pero no solo
ella sino también echamos una mano a los que comen en la misma mesa, pues las
chicas que allí trabajan, están desbordadas atendiendo a demasiadas personas
que lo necesitan. Son personas mayores en situación de dependencia, desafecto
y, en no pocos casos, de abandono, que se les nota de un modo muy especial. El
otro día comentaba alguna de ellas, incluso en sus delirios seniles, que el mejor
regalo que podían hacerle, por estas fechas y siempre, era una visita.
Los mayores
regalos que nos da la vida no se pueden comprar, son inmateriales, por ello, posiblemente,
una de las acciones más hermosas de nuestra existencia y que más nos reconforta
y nos hace sentir como personas, es atender a los desvalidos, servir a quien no
puede hacer las cosas por sí mismo. Y, no digamos si esa persona que ahora
necesita que la atiendas, te dio la vida y te cuidó durante años para que no te
faltase nada de lo que ella pudiera darte.
La existencia
humana es, en cierto modo, un suceder de hechos y decisiones que discurren en
el espacio y en el tiempo, concatenando un peregrinar por caminos que se abren
y se cruzan, sin tener nunca claro cuál debemos seguir. De tal manera sucede que la genética, esa
predisposición natural de ser y actuar se va desarrollando en un ambiente, próximo
y lejano, para que así se vayan configurando definitivamente nuestras vidas.
Vidas que en demasiadas ocasiones se pierden en el piélago de los deseos
materiales que nos rodean, en los edenes que la nuevo, lo flamante, lo que lo recién
adquirido nos promete antes de tenerlo y
que, una vez estrenado y poseído, se desinfla como un globo pinchado, salvo que
la mesura y la sensatez que debemos haber adquirido de nuestros mayores, nos
haga ser capaces de que solo tengamos aquello que verdaderamente necesitamos,
porque nos va a reportar beneficios y servicios útiles. Para que, en ese caso,
el disfrute se prolongue en el tiempo y los niveles de satisfacción, por su
tenencia, sean casi permanentes.
El instrumento
más poderoso del que disponemos los humanos para encontrar sentido a la vida es
la educación, gracias a ella podemos desarrollar aquellas predisposiciones
genéticas que nos ayudaran a ser y tener una vida más digna, siendo capaces de
encontrar sentido a nuestras acciones y a mantener el rumbo en busca de la felicidad,
dándonos a los demás y, de ese modo, encontrando el verdadero sentido a nuestra existencia.
Su has llegado
hasta aquí en la lectura, gracias y que tengas un año especialmente rico en lo
inmaterial, de satisfacciones y felicidad por haber lo grado crecer como
persona, proporcionando amor y felicidad a todos los que te rodean con tus acciones
u omisiones. Que tengas un año colmado de tus mejores deseos cumplidos.
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