lunes, 9 de noviembre de 2015

La jornada escolar en Colombia.


En el siglo XIX, cuando la escuela como institución educativa se extiende y se hace realidad para la sociedad en general, tal y como hoy la conocemos, se establece un tiempo escolar a modo y semejanza de las fábricas, es decir, se establecen una fragmentación de periodos de tiempo de trabajo semejantes a los procesos productivos o cadenas de producción. Aunque, buscando en la historia del tiempo escolar, Recio (2007, p. 3) recuerda que las primeras referencias fueron las normas monacales, especialmente la Regla de San Benito del Siglo XI, y afirma que “Posteriormente, pensadores y educadores protestantes y jesuitas hicieron su contribución”, y menciona que es la Ratio Studiorum (1586) la que se convirtió en el código escolar obligatorio, cuya clave era el empleo del tiempo, más concretamente la hora como unidad base.
La organización del tiempo, pues, respondía al reparto, durante la jornada escolar, de una serie de actividades relacionadas con las materias de estudio y sus correspondientes tareas. Con modelos y variantes de la organización diferentes, pero siempre secuenciados en franjas horarias consecutivas. Así es como se construyó el esquema del horario escolar que ha dominado en general hasta nuestros días.

Por otro lado, podemos decir que hasta mediados del siglo XX,  aproximadamente, el conocimiento y la formación que ofrecían las escuelas y centros de formación de todo tipo eran suficientes para que una persona ejerciera en la profesión que había estudiado y, por tanto, la educación bancaria que criticaba Freire, podía servir para ganarse la vida y pasar con lo necesario sin necesidad de cambio de empleo ni actualizaciones profesionales permanentes. Es decir, el ciclo vital de los humanos duraba menos que la permanencia y vigencia del conocimiento, las herramientas y las prácticas profesionales habituales. Pero la segunda mitad del siglo XX, en parte consecuencia de los descubrimientos bélicos de la Gran Guerra que finalizó. por aquel entonces, manifestó una progresión verdaderamente acelerada en el avance de la ciencia y la tecnología que nos va a deparar un mundo cada vez más global y con un ritmo de cambios, en todos los órdenes de la vida, antes nunca visto, que exigían nuevos modelos organizativos a la escuela, aunque dichos cambios tardarán en operarse en los sistemas educativos pero que, como estamos viendo en estos momentos, ya no parece que puedan prolongarse por mucho más tiempo en llegar a ser realidad. El paso de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento así nos lo exige.

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