miércoles, 16 de diciembre de 2015

Transformar la experiencia en conocimiento.


Estoy convencido de que lograr una práctica docente que permita el éxito, con calidad y equidad, de todos nuestros estudiantes es un objetivo que todos desearíamos alcanzar. Sin embargo recorrer el camino para lograrlo no resulta tan sencillo. ¿Dónde estriba la dificultad?
La razón fundamental es que la tarea de enseñar, cada vez menos, suele depender solo de alguien en particular, aunque la tarea docente individual sea esencial. Así parece que la excelencia docente individual es muy importante, pero para alcanzar altos niveles de éxito en los resultados de todo nuestro alumnado, además, se necesita que los equipos docentes de una institución trabajen de forma coordinada y armónica, que exista una coherencia colectiva en los planteamientos y principios pedagógicos y didácticos. Pues como, seguramente, a todos nos maravilla escuchar la armonía de una orquesta, del mismo modo, podríamos aplicar el símil a los docentes, y al igual que ellos, aunque es importante que seamos buenos solistas, aún es mucho más decisivo para lograr los mejores resultados q ue seamos capaces de interpretar, nuestra tarea docente, como una orquesta bien afinada.
A lo anterior, habría que añadir que el camino hacia la formación permanente como docentes, exige una sistemática reflexión crítica sobre la práctica, individual y colectiva, retroalimentada por el conocimiento y los acuerdos que la comunidad científica internacional ofrezca en cada momento, todo ello con el fin de evitar volver a descubrir la rueda o el Mediterráneo. Sin olvidar que el objetivo es lograr “profesores como intelectuales”, capaces de tomar conciencia y desarrollar una pedagogía crítica del aprendizaje como tan acertadamente nos aporta Guiroux, H. (1990)
Por otro lado, existe bastante coincidencia en que para lograr sistemas educativos de éxito, es necesario atraer y mantener los mejores estudiantes en la profesión docente y formarlos en altas capacidades para lograr autonomía profesional y desarrollar las capacidades y competencias necesarias para trabajar en equipo y desarrollarse como personas y como profesionales. Todo ello con el fin de desarrollar culturas colaborativas entre docentes, creando comunidades profesionales de aprendizaje. Pues coincidimos con Fullan, M. y Hargreaves, D. (2014), cuando afirman que:
“Lo que hemos encontrado en los mejores ejemplos a gran escala son educadores, estudiantes y comunidades que trabajan y luchan juntos para adquirir óptimos resultados y alto rendimiento. Existen muchas fuerzas y barreras que obstaculizan el camino: escasa inversión en capacidad personal y colectiva, interés personal divisorio y autoprotección, culturas tóxicas de individualismo y aislamiento, dinámicas de colegialidad artificiosa y sistemas de compensación con tácticas de “divide y vencerás”, medidas políticas a corto plazo y pura inercia.”


En consecuencia, para transformar la experiencia en conocimiento profesional docente, necesitamos profesores no solo bien formados, sino también comprometidos, individual y colectivamente, que sean una comunidad de aprendizaje profesional para que transformen a diario su experiencia en conocimiento práctico.

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