Si tuviéramos el tiempo y
el espacio suficiente para leer más y descubrir lo ya conocido y escrito,
seguramente, necesitaríamos escribir y descubrir algo menos de lo que lo
hacemos a diario. Me viene a la mente esta idea, cuando pensaba en escribir
algo sobre el papel que debe jugar la escuela en la formación democrática de
los ciudadanos. Especialmente, puede ser interesante, en un año salpicado de
procesos electorales en España, pero incluso en otros lugares donde no se dé
esa circunstancia. Pues las reformas educativas constantes en nuestro país,
deben interpretarse como algo que despierta un interés desmesurado en la clase
dominante, partidos políticos, para tratar de hacer un sistema educativo a su
imagen y semejanza, o simplemente, por la ineficacia y la incapacidad de los
partidos políticos y sus dirigentes por no demostrar tener la cordura necesaria
para trabajar por el bien común, más allá de intereses torticeros, y alcanzar
acuerdos de estado que saquen al país de la montaña rusa en la que viven los
docentes desde hace décadas. Y por como se dibuja el mapa político en estos
momentos, seguramente, aún no lo hemos visto todo.
Pero siguiendo el hilo de
lo que decíamos al principio, obras como “Democracia y educación” de J. Dewey
1916, o casi un siglo después, en menor medida, la de Beane, J. A., &
Apple, M. W. (1997) “Escuelas democráticas” (donde los autores seleccionaron
cuatro experiencias de trabajo cotidiano), pueden ser buenos ejemplos de lo que
decimos más arriba.
Sólo a título de ejemplo
traigo un par citas del segundo libro, en primer lugar, sus autores citan
a James Mursell (1955, pg. 3), el cual ya hacía muchos años escribía una
reflexión sobre el papel que debe jugar la escuela en una sociedad democrática
y que nos parece realmente clarificadora: “Si las escuelas de una sociedad
democrática no existen para el apoyo y la extensión de la democracia, y no
trabajan por ello, entonces son o bien socialmente inútiles, o socialmente
peligrosas. En el mejor de los casos, educarán a personas que seguirán su
camino y se ganarán la vida indiferentes a las obligaciones de ciudadanía
en particular y de la forma de vida democrática en general … Pero es muy
probable que las eduquen para que sean enemigos de la democracia: personas que
serán presa de demagogos, y que apoyarán movimientos y se reunirán en torno a
dirigentes hostiles a la forma de vida democrática. Estas escuelas o bien son
fútiles o bien subversivas. No tienen una razón legítima de existir.”
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