Aquí os traigo la continuación a la indignación.
Stéphane Hessel vuelve a la carga, ya no basta con la indignación
Ahora publica el libro de entrevistas '¡Comprometeos!'
Hessel. EFE
Tras el éxito comercial de ¡Indignaos! (Destino), la maquinaria editorial publica hoy la segunda parte del libro que ha revolucionado las librerías. A sus 94 años, Stéphane Hessel pasa por una fulgurante actividad, ayudado en esta nueva entrega por Gilles Vanderpooten, un escritor y activista social de 25 años, con el que dialoga sobre "los grandes retos de nuestro tiempo", a saber: "La ecología, la democracia y la justicia social".
Sin embargo, el nuevo capítulo de la serie de Hessel, ¡Comprometeos!, que apareció el marzo pasado en Francia, vuelve a renunciar al programa. "Os corresponde a vosotros, amigos de España país en el que la diversidad de las culturas es mundialmente reconocida, ciudadanos del mundo, a cada uno de vosotros individualmente, y a todos nosotros colectivamente, encontrar las pistas a través de las cuales "la internacional ciudadana" en gestación podrá dotar de vida este siglo", escriben ambos autores en el prólogo adaptado para la edición española. Reconocen que tampoco aquí se encontrará el lector con un programa. Es otra "incitación a movilizarse".
Entre las recetas perentorias que apunta en charla informal aparece aprender a ser menos violentos. "Ya hemos hecho muchas estupideces y podemos seguir haciéndolas, algunas bombas atómicas bien colocadas y sería el fin", dice a su interlocutor. El futuro para Hessel es cosa de todos, pero sólo unos pocos pueden forzarlo: Los cambios son siempre obra de un 10% o un 20% de las personas. Los demás se limitan a seguirlas". Además, recuerda con orgullo su participación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1945, para reivindicar los derechos que hacen iguales a las personas.
Sin embargo, el nuevo capítulo de la serie de Hessel, ¡Comprometeos!, que apareció el marzo pasado en Francia, vuelve a renunciar al programa. "Os corresponde a vosotros, amigos de España país en el que la diversidad de las culturas es mundialmente reconocida, ciudadanos del mundo, a cada uno de vosotros individualmente, y a todos nosotros colectivamente, encontrar las pistas a través de las cuales "la internacional ciudadana" en gestación podrá dotar de vida este siglo", escriben ambos autores en el prólogo adaptado para la edición española. Reconocen que tampoco aquí se encontrará el lector con un programa. Es otra "incitación a movilizarse".
"Las jóvenes generaciones manifiestan escasa resistencia"
La resistencia para Hessel, que no cobra derechos de autor por estas obras, supone nuevas responsabilidades. No basta, según cuenta, con "reflexionar". "Es necesario emprender una acción", escribía sin que los acontecimientos del 15 de mayo cambiaran el sentido de sus palabras. "A este respecto soy relativamente pesimista: las jóvenes generaciones manifiestan escasa resistencia en relación con lo que las escandaliza y contra lo cual deberían reaccionar", cuenta mientras se pregunta por las maneras de alcanzar un compromiso práctico. Civismo globalizado
Esa internacional ciudadana a la que se refiere el anciano autor tiene su origen en el planteamiento de un civismo global, que es la diferencia que separa las reivindicaciones de su generación de las actuales: "Mi civismo era aún esencialmente nacional; me preocupaba del buen funcionamiento de Francia y de la supervivencia". En la actualidad, como dice Hessel, ningún Estado puede afrontar solo los retos a los que se refiere."Pero hay que desconfiar. Debemos crear, no basta con resistir"
En la entrevista entre ambos, en la que tratan de dibujar "no el mejor de los mundos, sino un mundo viable", Hessel reconoce que con la indignación y la resistencia no basta. Se necesitan conclusiones, imaginación para concretar el futuro. "Se deben poner límites a la palabra resistencia. Existe una vocación de resistencia, pero una construcción no puede limitarse a esto. Decíamos: Resistir es crear; crear es resistir'. Pero hay que desconfiar. Debemos crear, no basta con resistir", explica el superviviente de Buchewald que se pierde inmediatamente después en el bosque de la búsqueda del equilibrio, el yin y el yang, la sana costumbre de "pensar con sabiduría", etc.Entre las recetas perentorias que apunta en charla informal aparece aprender a ser menos violentos. "Ya hemos hecho muchas estupideces y podemos seguir haciéndolas, algunas bombas atómicas bien colocadas y sería el fin", dice a su interlocutor. El futuro para Hessel es cosa de todos, pero sólo unos pocos pueden forzarlo: Los cambios son siempre obra de un 10% o un 20% de las personas. Los demás se limitan a seguirlas". Además, recuerda con orgullo su participación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1945, para reivindicar los derechos que hacen iguales a las personas.