lunes, 25 de agosto de 2025

Clave 1: La escuela como espacio para el cuidado, el bienestar de las personas y la convivencia positiva.

 


Clave 1 del libro "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro."Clave 1: La escuela como espacio para el cuidado, el bienestar de las personas y la convivencia positiva

Imagina una escuela donde cada rincón respira calma, donde las sonrisas son genuinas y donde las palabras de aliento son el eco constante. ¿Suena a un sueño? No lo es. Es la escuela que podemos construir juntos si aceptamos la primera clave como una llamada a transformar nuestras instituciones educativas en verdaderos espacios de cuidado, bienestar y convivencia positiva. No se trata de una utopía, sino de una hoja de ruta para el cambio, un cambio que comienza en cada uno de nosotros.

II.1. La práctica de la ética del cuidado y la convivencia positiva

La escuela, en su esencia, es un microcosmos de la sociedad. Si anhelamos un futuro más empático y respetuoso, debemos sembrar esas semillas en las aulas. Aquí, la ética del cuidado —como subraya Nel Noddings (2005)— se convierte en el corazón de la tarea educativa: una responsabilidad profunda hacia el bienestar colectivo. Cuidar no es solo cortesía, es reconocer y atender las necesidades emocionales, físicas y sociales de quienes comparten la vida escolar. Al mismo tiempo, la convivencia positiva se transforma en el lenguaje universal de la escuela, donde respeto y colaboración son la base de todas las interacciones.

II.2. El desarrollo de habilidades socioemocionales

El cuidado exige también formar personas capaces de reconocerse a sí mismas y de convivir sanamente con los demás. Desarrollar habilidades socioemocionales significa cultivar la autoconciencia, la empatía y la gestión equilibrada de las emociones. Como afirma Daniel Goleman (1995), estas competencias son tan determinantes para el éxito vital como los logros académicos. La escuela soñada es un taller vivo donde niños, jóvenes y adultos se entrenan para afrontar los desafíos de la vida con resiliencia y equilibrio.

II.3. La prevención de problemas de salud mental

En un mundo cada vez más atravesado por la ansiedad, la soledad y la presión, la escuela debe ser un espacio protector. Prevenir no significa medicalizar, sino anticipar y acompañar: enseñar a pedir ayuda, crear redes de apoyo y reducir el estigma. Una comunidad escolar que cuida se convierte en un refugio emocional, donde los estudiantes encuentran apoyo real frente a los riesgos que afectan a su bienestar.

II.4. La mejora del rendimiento académico

El bienestar no es un fin en sí mismo, sino un catalizador. Cuando el alumnado se siente seguro, escuchado y valorado, su motivación y concentración se disparan. La investigación lo confirma: la calidad de los vínculos y la percepción de apoyo predicen mejor el rendimiento que el tiempo de estudio aislado. Invertir en cuidado no resta, sino que multiplica: la felicidad y el aprendizaje se alimentan mutuamente.

II.5. El logro del bienestar docente

No podemos olvidar a quienes sostienen la escuela día a día: los docentes. Un profesor que se siente cuidado, reconocido y apoyado se convierte en un faro de inspiración para su alumnado. Como recuerda Fullan (2021), el bienestar docente es la base de cualquier cultura escolar que aprende y mejora. Cuidar al profesorado es cuidar la escuela en su conjunto.

Esta primera clave es, en realidad, una revolución silenciosa: la apuesta por transformar la escuela en un oasis de bienestar donde todos puedan florecer. El libro De la escuela que venimos a la que soñamos no ofrece recetas cerradas, sino un viaje apasionante que invita a reflexionar y a convertir la lectura en acciones concretas. Porque soñar una escuela humana y solidaria no es solo un deseo: es una responsabilidad que nos compromete a todos.

“Cuidar es sembrar futuro.

El bienestar compartido es la raíz de todo aprendizaje.

La escuela que soñamos empieza hoy, cuando inicies el camino de su búsqueda.”

Estás invitado a ser parte de este proyecto.


jueves, 21 de agosto de 2025

Presentación conversatorio del libro en Argentina, el día 28 de agosto de 2025.


Siguiendo con las presentaciones conversatorios del libro, es un gusto compartirles que el próximo día 28 de agosto, estaremos virtualmente en Argentina Noemí Riera, y gracias a las gestiones de Juan Carlos Valdez de México.

Les dejó la presentación realizada por Adriana y les invitamos a sumarse, será un gusto contar con todos aquellos que compartimos el compromiso, la responsabilidad y el amor por la educación.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Conversatorio presentación desde EL CENTRO CONTINENTAL DEL SABER EDUCATIVO MÉXICO-PERÚ Y RENACED.


Un agradecimiento desde el corazón de un maestro

Mi más sincero agradecimiento al Centro Continental del Saber Educativo México–Perú y a RENACED por brindarme la oportunidad de participar en un valioso diálogo educativo sobre la escuela que soñamos y necesitamos para todas nuestras niñas, niños y jóvenes. Fue un espacio lleno de ideas, compromiso y esperanza, donde la educación se reafirmó como la herramienta más poderosa para transformar vidas.

Quiero expresar de manera muy especial mi gratitud al director Víctor Terán Orozco y a Rosy de la Cruz por su impecable coordinación y presentación del conversatorio. También a todo el equipo que, con generosidad y entrega, hizo posible este encuentro. Desde aquí, reitero mi plena disposición para colaborar y apoyar en todo lo que esté en mis manos.

Este encuentro me brindó, además, la alegría de presentar mi libro "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro", fruto de años de trabajo, ilusión y pasión por ofrecer lo mejor de mi experiencia docente y educativa. Es un libro que nace del corazón de un maestro que cree profundamente en el poder de la educación para humanizar, inspirar y abrir caminos de futuro.

Espero que este sea solo el inicio de un camino compartido. Confío en que podamos seguir aprendiendo juntos en las presentaciones que, con tanto cariño, se están organizando en distintos lugares.

Agradezco igualmente la disposición y el compromiso de todas las personas que, desde diversos países de América Latina, nos acompañaron en este espacio. Ustedes son los verdaderos artífices de que cada estudiante que pasa por sus aulas pueda desarrollar la mejor versión de sí mismo. Para cada uno de ustedes, mi admiración más profunda, mi respeto sincero y mi solidaridad incondicional en el logro de sus proyectos institucionales y profesionales.

Porque, como educadores, compartimos un mismo sueño: hacer de la escuela un lugar donde cada persona pueda florecer y donde la esperanza nunca deje de crecer.


sábado, 9 de agosto de 2025

Presentaciones conversatorios del libro: "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro."


 Estimadas amigas y amigos, aunque en la mayoría de países están en período de receso escolar, tengo el gusto de informarles que estamos iniciando las presentaciones-conversatorios para compartir el libro que acaba de publicarse. Será para mí un placer, analizar, reflexionar y profundizar en el ideal de escuela que cada uno tenemos en nuestra mente. Será el momento de vislumbrar caminos y acciones que nos permitan lograr la mejor versión de cada niña, niño y joven que pasa por nuestras aulas.

martes, 5 de agosto de 2025

¿Hacia dónde vamos? La escuela que soñamos y necesitamos. Capítulo III.


¿Hacia dónde vamos? Una escuela que se atreve a soñar para transformarse.

En tiempos de incertidumbre, soñar la escuela que necesitamos no es un ejercicio de evasión, sino un acto de compromiso profundo con la humanidad. El Capítulo III de “De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro” es una invitación a caminar hacia una escuela posible, necesaria y urgente. Una escuela que se reencuentra con su sentido más genuino: cuidar, educar, transformar.

Este capítulo propone diez claves articuladas que construyen un horizonte compartido, no como un recetario, sino como una brújula ética y pedagógica. La primera clave sitúa la escuela como espacio de cuidado, bienestar y convivencia positiva. No se trata de una declaración retórica, sino de una apuesta por la ética del cuidado como práctica estructurante, la promoción de habilidades socioemocionales, la prevención de problemas de salud mental, y el reconocimiento del bienestar docente como condición de posibilidad para todo lo demás. Porque una escuela que cuida, educa mejor.

La segunda clave apunta al corazón de la profesión docente: el tránsito de la práctica solitaria a la construcción de comunidades profesionales de aprendizaje. Se aboga por un desarrollo profesional colaborativo, donde el saber se comparte, se construye colectivamente y se transforma en acción pedagógica. Las comunidades de aprendizaje se presentan como espacios vivos, donde el diálogo, la reflexión y la investigación sobre la práctica fortalecen la identidad profesional y el compromiso ético.

La tercera clave nos lleva a concebir la escuela como una organización que aprende. Inspirada en autores como Senge, Stoll o Fullan, esta propuesta reconoce que solo las organizaciones que aprenden pueden mejorar de forma continua. La construcción de una visión compartida, la gestión del conocimiento, el desarrollo profesional y la curiosidad pedagógica se convierten en motores de cambio interno. No se trata de aplicar modas, sino de generar desde dentro las respuestas que la escuela necesita.

El liderazgo pedagógico, en la cuarta clave, se plantea como un liderazgo distribuido, ético y articulador, que moviliza la inteligencia colectiva de toda la comunidad educativa. Un liderazgo que inspira, pero que también escucha, que construye una visión común y fomenta la participación responsable en la toma de decisiones.

La quinta clave redefine el currículo como una herramienta de esperanza y transformación. Un currículo orientado al logro de un perfil de salida que prepare a los estudiantes para afrontar los desafíos globales desde una ciudadanía crítica, democrática y comprometida con los derechos humanos. Se cuestiona el currículo oculto y se recuperan referencias internacionales que inspiran caminos posibles.

La sexta clave gira en torno a la evaluación formativa y auténtica como base del aprender a aprender. Se ofrece una mirada integral que abarca la evaluación del alumnado, la práctica docente y la autoevaluación institucional, siempre con un enfoque de mejora continua, aprendizaje profundo y compromiso con los fines educativos.

La séptima clave propone una escuela abierta al mundo, que integra las tecnologías —incluida la inteligencia artificial— al servicio del bien común. Lejos de una visión instrumental, se aboga por una tecnología crítica, ética y humanista, que expanda las posibilidades de inclusión, participación y aprendizaje significativo.

En la octava clave, se introducen los ciclos de aprendizaje experiencial como motores de innovación sostenible. Se trata de procesos sistemáticos, reflexivos y participativos, que permiten experimentar, evaluar y mejorar de forma continua las prácticas escolares desde la experiencia real.

La novena clave recupera la figura de la supervisión escolar como acompañamiento pedagógico. Se reivindica una relación de confianza, asesoramiento y retroalimentación constructiva, centrada en la mejora del aprendizaje y el desarrollo institucional. Una supervisión que acompaña y no fiscaliza, que escucha y no impone.

Finalmente, la décima clave nos recuerda el porqué de todo esto: construir una escuela comprometida con el bien común, los derechos humanos, la dignidad de la persona y la justicia social. Una escuela que no renuncie a su misión de formar ciudadanía democrática, crítica y activa. Porque no hay verdadera educación sin un horizonte ético que dignifique a cada ser humano.

Este capítulo no es solo un mapa para la transformación educativa. Es un acto de fe en la escuela, en sus docentes, en sus estudiantes, en su comunidad. Es una ofrenda de quien ha caminado la escuela desde dentro y sueña, con emoción y lucidez, que otra escuela no solo es posible, sino urgente.

📘 Si este sueño también es tuyo, te invito a descubrir el libro completo: “De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro.” Porque soñar juntos la escuela que necesitamos… es el primer paso para construirla.


martes, 29 de julio de 2025

¿Dónde estamos? Una mirada crítica y esperanzada a la escuela del primer cuarto del siglo XXI. Capítulo II.


Como avance del contenido del libro, les comparto algunas esencias del capítulo II del libro. Si a alguien le interesa, en el blog tiene disponible la entrada correspondiente a: la dedicatoria, el preámbulo, el crisol de las emociones de un aprendiz de maestro, el capítulo I y ahora del capítulo II. En breve estará disponible el adelanto del capítulo III, que es una propuesta de diez claves para lograr la escuela que soñamos. Además, en Amazon pueden acceder a parte del contenido de cada volumen.

Con gusto me ofrezco a colaborar con docentes e instituciones que lo deseen en la búsqueda de sus finalidades educativas. También para dialogar y encontrar formas de cooperar. 

Reflexiones en torno al capítulo II del libro "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro"

En el fascinante trayecto de este libro, que entrelaza memoria, análisis riguroso y emoción pedagógica, el segundo capítulo constituye una parada imprescindible para mirar de frente —sin nostalgias ni complacencias— la escuela que tenemos hoy. Bajo el título *“¿Dónde estamos? La escuela que tenemos en el primer cuarto del siglo XXI”*, el autor nos invita a una reflexión valiente sobre los retos, contradicciones y oportunidades del sistema educativo actual.

Este capítulo se abre con un ejercicio de conciencia: entender el presente desde las tensiones que lo habitan. Así, en la sección A, se plantea una invitación a pensar la escuela no como una institución neutral, sino como un espacio atravesado por intereses diversos: económicos, políticos, éticos y pedagógicos. Comprender la escuela que tenemos exige preguntarse también por las intenciones que la sostienen y por los modelos de sociedad que promueve.

En la sección B, el texto se adentra en un dilema ético crucial: ¿Es la educación un derecho, un bien público, una industria o un negocio? Esta pregunta, lejos de ser retórica, pone en juego el sentido profundo de la escuela. En un contexto global donde proliferan discursos gerenciales y modelos privatizadores, el capítulo nos urge a recuperar la perspectiva del derecho a una educación con equidad, justicia y sentido. La educación, como recuerda Paulo Freire, no puede ser neutra: o reproduce o transforma.

Uno de los aportes más lúcidos del capítulo es el análisis detallado de la evaluación educativa (sección C). En tiempos en que lo cuantificable parece reinar, el autor nos conduce con rigor y claridad por los distintos niveles de evaluación: del alumnado, de los centros, del profesorado y de los sistemas educativos. Esta lectura crítica —pero propositiva— permite vislumbrar los riesgos de una cultura evaluativa reducida al ranking y la competencia, al tiempo que abre caminos hacia una evaluación que aporte sentido, oriente la mejora y reconozca el valor añadido de la escuela. Una escuela vale no sólo por sus resultados, sino por su capacidad para transformar vidas, construir comunidad y generar esperanza.

El texto también se detiene en la figura clave del profesorado (sección D). Desde el acceso a la profesión hasta el desarrollo profesional, se traza un recorrido que evidencia tanto los logros como las asignaturas pendientes. ¿Cómo se selecciona a los futuros docentes? ¿Qué formación inicial reciben? ¿Qué condiciones permiten o dificultan una práctica profesional reflexiva y comprometida? Estas preguntas estructuran una reflexión que conecta con autores como Michael Fullan o Philippe Perrenoud, quienes han insistido en que la mejora escolar pasa necesariamente por dignificar la tarea docente, promover el aprendizaje colaborativo entre pares y asegurar procesos continuos de formación situada.

El liderazgo escolar, tratado en la sección E, es otro de los nudos críticos abordados con lucidez. Frente a modelos autoritarios o puramente administrativos, el capítulo apuesta por un liderazgo pedagógico, distribuido y ético, centrado en el acompañamiento, el diálogo y la construcción colectiva del proyecto educativo. Se retoman aquí referencias clave como las de Andy Hargreaves o Alma Harris, para mostrar que liderar no es mandar, sino cuidar y movilizar.

La sección final (F) recoge otras reflexiones que dan densidad al análisis: el impacto de las tecnologías, las desigualdades persistentes, los efectos del contexto global sobre la escuela local. El autor no cae en el catastrofismo, pero tampoco maquilla la realidad. Su mirada es crítica, sí, pero también esperanzada. Porque en cada página late la convicción de que otra escuela es posible, y que para alcanzarla necesitamos primero comprender, con honestidad y rigor, la escuela que hoy tenemos.

Este capítulo, en definitiva, es un ejercicio de pensamiento pedagógico profundo y necesario. No se limita a diagnosticar; abre horizontes. Nos interpela como educadores, nos compromete como ciudadanos y nos recuerda que la escuela, más allá de sus muros, es un espejo de la sociedad que somos… y una semilla de la que queremos ser.

Invito a todos los lectores de este blog —docentes en formación y en ejercicio, familias, investigadores, gestores educativos— a sumergirse en este libro. Porque comprender la escuela que tenemos es el primer paso para soñar, juntos, la escuela que merecemos. Y como bien señala el autor: “la escuela que soñamos no es una utopía lejana, sino una posibilidad concreta que empieza por mirar con coraje la realidad que habitamos”.

¿Te interesa continuar esta reflexión?

Lee el capítulo completo en “De la escuela que venimos a la que soñamos” y únete a esta conversación sobre el presente y el porvenir de nuestras escuelas. Porque educar es también construir futuro.


viernes, 25 de julio de 2025

La escuela que heredamos: Un viaje desde Prusia hasta el siglo XX. (Capítulo I)

¿Alguna vez te has preguntado por qué nuestras escuelas son como son? Para comprenderlo, debemos viajar en el tiempo y desentrañar la historia de la educación, un relato que en su primer capítulo del libro: “De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro”, nos lleva desde los cuarteles prusianos hasta las teorías de vanguardia de finales del siglo XX.

Nuestra historia comienza en la Prusia del siglo XVIII, cuna de lo que hoy conocemos como la escuela tradicional. Diseñada con fines muy específicos –formar ciudadanos obedientes, soldados disciplinados y trabajadores eficientes–, esta escuela se erigió sobre pilares de uniformidad, disciplina y transmisión de conocimientos. La imagen del maestro en el estrado, el alumno pasivo y los pupitres en fila india no es casualidad; es la herencia directa de un sistema que buscaba la estandarización y la eficiencia a imagen y semejanza de la producción industrial en cadena. Sorprendentemente, esta estructura sentó las bases de las escuelas en gran parte del mundo occidental, incluyendo la nuestra.

Sin embargo, incluso antes de la explosión de la Escuela Nueva, ya existían voces que soñaban con una educación diferente. Jean-Jacques Rousseau, en el siglo XVIII, con su obra "Emilio, o De la educación", defendió la idea de una educación natural, que respetara el desarrollo espontáneo del niño y lo alejara de las corrupciones de la sociedad. Sus ideas, aunque idealistas, sentaron las bases para un cambio de paradigma. Más tarde, Johann Heinrich Pestalozzi en el siglo XIX, influenciado por Rousseau, puso en práctica una pedagogía basada en el amor, la observación y la experiencia directa, buscando un desarrollo armónico de las facultades del niño.

A finales del siglo XIX y principios del XX, una corriente de pensamiento revolucionaria irrumpió en el panorama educativo: la Escuela Nueva. Hartos de la rigidez prusiana, pedagogos visionarios clamaron por una educación centrada en el niño, en sus intereses y en su desarrollo integral. Nombres como William Heard Kilpatrick, con su método de proyectos, y Adolphe Ferrière, promotor de la escuela activa, apostaron por el aprendizaje experiencial y la libertad del alumno. John Dewey abogó por una educación que preparara para la vida en democracia, conectando la teoría con la práctica.

En este torbellino de ideas, figuras como Maria Montessori revolucionaron la educación infantil con su énfasis en la autonomía y el aprendizaje a través de los sentidos. Ovide Decroly defendió los centros de interés, agrupando el conocimiento de forma holística. Y desde Oriente, la figura de Rabindranath Tagore, premio Nobel y visionario pedagogo, fundó la escuela de Santiniketan en la India, donde promovió una educación holística en contacto con la naturaleza, que integraba las artes, la creatividad y el desarrollo espiritual, lejos de la memorización y la disciplina impuestas. Todos ellos, cada uno a su manera, fueron precursores de una escuela más humana, más activa y más relevante para los estudiantes. Sus aportaciones son palpables en metodologías actuales que priorizan el aprendizaje significativo y la participación activa del alumnado.

Pero el optimismo pedagógico no duró para siempre. La década de 1960 trajo consigo una profunda crisis y un cuestionamiento radical del sistema educativo. El informe de Philippe Coombs sobre la crisis mundial de la educación puso de manifiesto las deficiencias y la incapacidad de la escuela para adaptarse a los nuevos tiempos. En este contexto, surgieron voces aún más críticas, como las de Ivan Illich y Everett Reimer, quienes propusieron la "desescolarización" de la sociedad, argumentando que la escuela era una institución opresora que impedía el verdadero aprendizaje. Aunque extremas, sus ideas nos obligaron a reflexionar sobre el propósito y la función real de la educación.

El cierre del siglo XX, sin embargo, nos traería nuevas luces. En la década de 1980, Howard Gardner desafió la noción tradicional de inteligencia con su teoría de las Inteligencias Múltiples. Esta perspectiva, que reconoce diferentes formas de aprender y de ser inteligente (lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista), amplió el horizonte educativo y fomentó una pedagogía más inclusiva y personalizada. A finales de los 90, la investigación de Peter Salovey y John Mayer sobre la inteligencia emocional fue popularizada por Daniel Goleman, destacando la importancia de gestionar nuestras emociones y relacionarnos eficazmente. Estas ideas han influido enormemente en la educación actual, promoviendo el desarrollo de habilidades socioemocionales esenciales para el éxito personal y profesional.

Así, al finalizar el siglo XX, la escuela había transitado un camino asombroso: de la rigidez prusiana a la explosión de la Escuela Nueva, pasando por crisis y nuevas perspectivas sobre la inteligencia y las emociones. Esta evolución nos dejó una herencia compleja pero rica, que sigue modelando la educación que conocemos hoy.