sábado, 12 de noviembre de 2022

Educación y futuro: reflexiones sobre la educación que necesitamos

 


El futuro de la sociedad, de los pueblos, de las organizaciones será de aquellos que logren que todos sus ciudadanos se encaminan al desarrollo de sus máximas potencialidades, de aquellos que consigan despertar la capacidad de inspirar una cultura organizativa basada en el potencial y la fortaleza de los individuos, de aquellos que busquen la habilidad de conectar con la pasión y la motivación individual y colectiva de la sociedad. En definitiva, el futuro será de aquellas organizaciones que tengan la capacidad de aprender del pasado para construir su presente y su futuro. Porque en un mundo que cambia a un ritmo tan acelerado,  “La capacidad de aprender puede llegar a ser la única ventaja competitiva” nos dice Arie de Gaus. En los próximos 10 años la escuela sufrirá una transformación, por la aplicación de las tecnologías, tan grande que hoy nos cuesta imaginar cómo será. Y en el ámbito laboral se calcula que el 60% de los estudiantes que están hoy en la escuela realizarán tareas que aún no conocemos.  

En ese contexto, la escuela ya no tiene sentido que siga encerrada en sí misma, pues como reza el dicho africano: para educar a un niño necesitamos toda la tribu. La escuela del siglo XXI debe ser una institución en la que se deben desarrollar habilidades y capacidades que hasta ahora estaban ajenas a su enseñanza, y debe tener un papel fundamental, más allá de limitarse a ofrecer contenidos que el estudiante debe tener a bien aprender, para en un momento determinado, devolverlos y demostrar lo que ha aprendido; hoy la escuela debe transformarse en un espacio abierto de encuentro, donde aprender a aprender, reaprender y volver a aprender sea el norte que guíe nuestros pasos. Porque el único camino que tenemos para construir el presente necesario y un futuro esperanzador es la educación de cada persona. 

Los expertos, la investigación científica, y la última cumbre mundial de la innovación educativa nos indican que es necesario que la educación del siglo XXI se centre en aprendizajes que nos permita ser personas éticas, individual y colectivamente, adquirir habilidades para innovar, para tener iniciativa emprendedora, desarrollar el pensamiento crítico, saber colaborar y trabajar con otros, saber comunicarse, saber manejar y aprovechar las tecnologías, saber respetar las diferencias culturales, ideológicas, políticas, sociales, personales, etc. Y también será decisivo el desarrollo de habilidades para la vida tales como la flexibilidad, la proactividad, el liderazgo, tener iniciativa y desarrollar habilidades sociales que nos permitan desenvolvernos en un mundo complejo y líquido, donde nada es permanente y todo está sometido a la incertidumbre, sabiendo que la única certeza que tenemos es que no hay certezas universales y definitivas, solo incertidumbre en vivir en el cambio.

Por esas razones, entendemos que las intervenciones educativas deben realizarse con el respeto de algunos principios educativos que consideramos esencial  que sean tomados en con sideración, tales como:

1. Calidad con equidad. La calidad de la escuela debe garantizar el acceso, la promoción y el desarrollo de las capacidades de cada persona, asegurando que el sistema ofrezca más a quien más lo necesita. 

2. Inclusividad. Todos los estudiantes son dignos de la más alta consideración y atención, y los que más dificultades o problemas tienen, deben ser objeto de una atención especial para atender sus necesidades del mejor modo posible, atención que debe ser compromiso y obligación tanto de las familias, de la escuela como de los poderes públicos.

3. Colegialidad. La responsabilidad de la educación es compartida por todo el profesorado, porque todos educamos con nuestra presencia, y los resultados que obtenemos debemos asumirlos responsablemente, tanto en relación con nuestra tarea profesional individual como colectiva. 

4. Liderazgo distribuido. Todos los docentes debemos liderar nuestro desempeño profesional y debemos enseñar a nuestros estudiantes a que también ellos tomen conciencia de sus vidas para construir un proyecto de vida personal digno de ser vivido y compartido en una sociedad más justa y solidaria que la que hoy tenemos.

5. Docencia efectiva y centrada en el aprendizaje. El foco de la actividad docente, de las familias y de la sociedad es crear las mejores condiciones para el logro del aprendizaje. Es más decisivo aprender que aprobar. Porque aprobar te puede dar un título académico, pero saber te puede ofrecer el éxito en la vida que es más decisivo para cada persona y para el éxito de toda la sociedad.

6. Aprovechamiento del tiempo escolar como tiempo de aprendizaje. En la escuela debemos centrarnos en hacer aquello que los estudiantes no puedan hacer por sí solos, por tanto, interactuar de manera positiva y eficaz es una gran oportunidad para que la escuela adquiera todo su sentido en el siglo XXI. El tiempo de no aprendizaje es un lastre para todos que no debemos permitir que exista.

7. Desarrollo de la capacidad profesional docente. Los docentes se merecen toda nuestra atención y respeto, facilitar su tarea desde la colaboración de las familias, a las ayudas que los poderes públicos deben prestarles es un factor determinante para la el logro del capital profesional docente que ofrezca la mejor educación posible a la sociedad. Y la ayuda que el ingenio regala a esta institución educativa es una excelente ocasión para que los docentes se sientan respetados y considerados en el ejercicio de su profesión.

8. Participación e implicación de las familias. La escuela sola no puede, la familia juega un papel determinante para la educación de los hijos. Existen tres ruedas dentadas que deben girar en el mismo sentido: la escuela, la familia y la sociedad. Si alguna de ellas no lo hace en el mismo sentido genera un conflicto difícil de resolver y que produce daños irreparables para cada estudiante y, en consecuencia, para la sociedad.

9. Desarrollo de comunidades profesionales de aprendizaje. La escuela no es solo un lugar para que los estudiantes aprendan, debe ser también un lugar para que el profesorado aprenda y lo haga desde el trabajo compartido, desde la reflexión crítica sobre la práctica, individual y colectiva, puesta al servicio de lograr que todos los estudiantes alcancen el máximo desarrollo de sus potencialidades personales.

Por último, y para concluir, como decía Margaret Mead, recordarles que “un grupo de personas comprometidas pueden cambiar el mundo y de hecho es del único modo como se ha hecho”. Por ello les invito a que reflexionen sobre lo que realmente es importante y es trascendente para ustedes y sus hijos, porque ni el entusiasmo, ni la implicación, ni el compromiso se pueden comprar, solamente se pueden despertar, se pueden alentar, y ello se logra desde proyectos sociales y educativos que permiten a cada persona diseñar proyectos de vida dignos de ser vividos.

 

Educación y futuro: la educación que necesitamos. por Pedro Navareño Pinadero se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes hacer tus propios comentarios y añadir incluso otra información pertinente.