Como cada tres años, el próximo día 6 de diciembre se
harán públicos los resultados de PISA 2015 (Programa Internacional para la
Evaluación de Estudiantes). En esta ocasión la muestra de estudiantes de Colombia ha
sido de 13.459 estudiantes de 380 instituciones educativas (110 privadas y 270
públicas), correspondientes a 38 departamentos del país. En las pruebas, además
han participado más de 70 economías del mundo.
Pero
¿qué hace, que los resultados de PISA, sean tan esperados como temidos?
Seguramente, porque se se suele hacer una interpretación partidista de los
resultados, o si lo quieren decir de otro modo, interesada. Ya que, finalmente,
parece importar más el lugar que ocupa cada país en el ranking general, que
hacer un análisis cualitativo y adecuado
de los resultados, para sacar alguna conclusión positiva de los mismos.
Lo
primero que tendríamos que saber como ciudadanos, qué es lo que realmente mide
PISA, pues hacer juicios de valor solo por lo que sale en los medios de comunicación
es una temeridad, ya que, en muchos caso, desconocemos realmente lo que esos
datos significan. Y en consecuencia nuestros argumentos estarán construidos
sobre arenas movedizas.
En
segundo lugar, en relación con los resultados que se obtengan, será muy
importante decir que PISA no mide solo resultados de los sistemas educativos,
si no la capacidad que tiene un estudiante de 15 años para resolver situaciones
que se le puedan presentar en la vida, pues nunca pregunta conocimientos
teóricos de modo directo, sino que plantea resolver situaciones en las que
deben ser aplicados. Y eso exige recordar que las personas aprendemos desde que
nacemos, no desde el momento en el que nos escolarizamos y, por ello, también
mide lo aprendido fuera de la escuela, en el ámbito familiar y social. En
consecuencia los resultados no son solo responsabilidad de lo que enseñan las
escuelas, si no también de la atención y las enseñanzas que, desde la familia y
todos los medios que rodean al niño, ofrecemos a nuestros menores desde que
nacen hasta los 15 años que es cuando se realiza la prueba. Es decir, PISA mide
el resultado de la experiencia acumulada por los alumnos en toda su vida.
En
tercer lugar, PISA no toma en cuenta ni el nivel ni los estudios que esté
realizando el alumno en el momento de la prueba, por eso no importa la opción,
o especialidad, que que esté cursando cada estudiante.
En
cuarto lugar, estamos de acuerdo con el sociólogo Julio Carabañas (La
inutilidad de PISA para las escuelas, 2015), cuando afirma que “Estas
correlaciones (se refiere a las diferentes literacias (lectura, matemáticas y
ciencias)) confirman que todas las pruebas PISA miden una misma capacidad,
aptitud o competencia.” Incluso, en el mismo texto se pregunta “¿Miente PISA? A
veces no, pero es difícil negar que, en último término, sí.”
Para
finalizar cabría hacerse la siguiente pregunta ¿se hace una interpretación
adecuada por los gobiernos, y por la sociedad en general, de los resultados que
ofrece PISA? La respuesta es que no se hace un buen uso de los resultados, y se
desaprovecha la ocasión de sacar alguna enseñanza positiva que el informe
ofrece.
Pedro
Navareño Pinadero.
El texto anterior fue escrito y publicado por el Periódico de Buga. 19 de noviembre de 2016.
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