En el poco más de un año que llevo en
Colombia, he tenido la oportunidad y la inquietud de conocer un poquito la
situación que vive el país, con especial atención a todo lo relacionado con la
educación. En estos últimos días, he
seguido con mucha atención todo lo referente con el paro indefinido llevado a
cabo por los docentes, para ello he prestado atención a lo que se publicaba en
los medios de comunicación y en las redes sociales, he mantenido conversaciones
con docentes, he seguido las declaraciones de la ministra y los representantes
de los docentes, el sindicato FECODE
(Federación colombiana de trabajadores de la enseñanza), las opiniones de las familias,
etc.
Las impresiones que se tienen desde fuera
y sin un conocimiento de la historia de la lucha por la mejora de la condición
docente o la búsqueda de la calidad de la educación en este país, no siempre son
claras, pues no es fácil percibir bien todos los elementos del conflicto y,
menos aún, intuir las razones profundas que subyacen y mueven a cada uno. Pues
es bien conocido que suele haber una larga distancia entre lo que realmente se
piensa y lo que se suele decir públicamente. Además las luchas por los
intereses gremiales, en el terreno político, y con los medios de comunicación
haciendo de voceros, condicionados éstos, más o menos por intereses
corporativos y poco conocidos o inconfesables en muchos casos, suelen producir
tanto ruido como para que los ciudadanos en general y cualquier observador como
yo, en particular, puedan percibir una realidad distorsionada y poco clara del
problema, aunque más allá de todas esas dificultades, me gustaría comentar
algunos aspectos técnico pedagógicos, más cercanos a lo que afecta a la calidad
de la educación que a las manifestaciones realizadas por todos los agentes
sociales y políticos implicados en el conflicto y publicadas en los medios de comunicación
y redes sociales.
En primer lugar me gustaría decir que a
los docentes les sobran razones para pedir la nivelación salarial, pues según
estudios de FECODE los docentes ganan un 28%
menos que otros colectivos con titulación similar del país, igualmente
les asiste la razón en lo relativo a la mejora del sistema de salud y el gran
problema de la vinculación del ascenso en el escalafón con la llamada
evaluación por competencias, que no parece que se ajuste ni técnica, ni
razonablemente al propósito de servir como incentivo para la mejora de la
calidad docente y educativa. Pero existen otros elementos de los que no he oído
hablar casi nada y que son vitales para la mejora la calidad de la enseñanza tales
como la formación pedagógica de los titulados que acceden a la docencia, que al
no ser obligatoria, supone un obstáculo difícilmente salvable, pues viene a
entorpecer la tarea que hacen las facultades universitarias e instituciones de
formación pedagógica y didáctica por desvirtuar una función como la docente que
es tan exigente y decisiva para el futuro de la nación. Pues, se hacen
valoraciones generales por la sociedad, como si el cuerpo de profesores fuera
homogéneo y todos cumplieran unos requisitos de formación científica,
pedagógica y didáctica similares. Hecho que sin embargo sí se cumple en esos países
de referencia tan manoseados como el caso de Finlandia, que a título de detalle
hay que decir que, en ese país, sólo uno de cada diez aspirantes a profesor
logra acceder, habiendo una selección previa a la realización de los estudios
universitarios y una formación y seguimiento, a lo largo de los estudios, de un
nivel de exigencia y trabajo que sólo aquellos que amen la profesión serán
capaces de completar dichos estudios.
En segunda lugar reflexionemos un poco
más sobre las tres cuestiones esenciales objeto de la demanda de los docentes.
Sobre la sanidad, no hay duda de su mala
calidad pues así lo reconoció la ministra en sus declaraciones, admitiendo que
ellos no podían hacer nada pues dependía de otros responsables. Además en esto
si he conocido de primara mano el deficiente servicio que se presta a los
docentes, además de las manifestaciones y evidencias de las que los medios de
comunicación se hacen eco un día sí y otro también. Por tanto parece justo que
los docentes deban recibir un trato más digno y de más calidad en su atención
sanitaria.
En cuanto a la nivelación salarial,
tampoco parece haber dudas de la injusticia social que se comete con los
docentes por no tener unos sueldos que se ajusten al nivel de estudios,
formación y responsabilidad social de su trabajo. Así lo manifestaba, en una
columna de “El
Tiempo”, 3 de marzo del año 2000, el actual presidente, Juan Manuel Santos,
cuando decía cosas como esta: “Mientras el país se mantenga indiferente frente
a la suerte de quienes tienen la inmensa responsabilidad de educar a nuestros
niños, nunca saldremos adelante. La gran mayoría de los maestros en Colombia
tiene que acudir al rebusque para complementar sus ingresos.” Aunque, junto a
ello será necesario decir que un mejor salario no garantiza mayor calidad en el
desempeño docente, pues existen abundantes pruebas de ello, por ejemplo
Singapur uno de los países con mejor desempeño, tiene un gasto medio por
alumno, en relación con el PIB, inferior a 27 países de la OCDE. (Mckensey
2008).
Pero quizás, el problema más importante y
que más ha podido molestar a los docentes Colombianos, además del claro
incumplimiento, por parte del Presidente de la República, de los acuerdos
firmados en mayo de 2014, en concreto el que se refería a las evaluaciones
competenciales de los docentes, que decía que ese año sería su última aplicación, ha sido la utilización de dicha evaluación,
por la administración educativa, como herramienta de control del gasto,
ocultando detrás del ascenso en el escalafón las verdaderas
intenciones de poner trabas a una mejora salarial basada en el mérito, la capacidad
y la transparencia, ya que incluso la administración dejó pasar años desde la
aprobación de la norma, creo que fue el año 2002, hasta su puesta en práctica, en
el año 2010 quizás, lo cual perjudicaba claramente a los docentes que tenían la
voluntad de ascender en el escalafón, a la vez que mejoraban su salario. Como
prueba más evidente de todo ello, decir que sólo superan la prueba el 20% de
los aspirantes, según declara FECODE y los propios docentes, lo cual es en sí
mismo un fraude de ley al ser utilizada una norma con fines ajenos a los que se
dictó. Pero no sólo eso, pues si lo que se quería con esta evaluación era
incentivar la calidad docente parece a todas luces que se había pensado poco,
pues es conocido por todos que la gran virtud que tiene la evaluación es
ofrecer retroalimentación e información a quién es evaluado, para que
conociendo sus fortalezas y debilidades pueda mejorar, es decir, la evaluación
formativa es una potente herramienta que no puede despreciarse por un
ministerio que dice buscar la calidad y equidad de la educación.
Aunque para hablar sobre calidad y
equidad en educación sería necesario dedicar más espacio, sin embargo se puede
decir, de manera breve, que no sólo depende de la excelencia docente, sino que
hay otros muchas variables y responsables que inciden en los resultados
académicos del alumnado. Especialmente es importante cuando se pretende dar un
salto en la calidad y equidad en la educación de un país, que se realice un
análisis global del sistema y del contexto general con todas sus
particularidades y subsistemas, políticas y medidas departamentales y
municipales, servicios sociales, ayudas y apoyo a las familias en vivienda y
sanidad, es decir políticas generales de bienestar social, familiar y servicios
básicos, pues de lo contrario suele ocurrir que se cambia algo para que todo
siga igual. En concreto en el ámbito educativo, además del profesorado que
todos estaríamos de acuerdo en la importancia de su selección, formación,
incentivación y autonomía, para que sean más que meros ejecutores del currículum,
consideramos esencial y necesario, entre otras medidas, tener en cuenta la
cultura escolar, pues es conocida la resistencia al cambio de las
organizaciones; analizar las relaciones de poder dentro de las instituciones
educativas (currículum oculto), dotándola de normas y prácticas verdaderamente
democráticas de participación responsable; garantizar un liderazgo compartido
de las instituciones educativas, pues los liderazgos individuales tienen más
inconvenientes que ventajas; propiciar los cauces más adecuados para que la
comunidad educativa tenga presencia activa en los diferentes ámbitos de
participación y decisión. Y, desde luego, creemos que ningún colectivo profesional
admitiría la implantación de medidas o la realización de cambios en el que no
se les oiga y, menos aún, que no se tengan en cuenta los conocimientos que la
comunidad científica tiene acumulados sobre la materia en cada caso. En ese
sentido, nadie consentiría que en su profesión se apliquen técnicas o
protocolos de intervención que no cuenten con el aval de ser rigurosos y
garanticen el éxito, estar de acuerdo con los avances más recientes de la
ciencia y estar debidamente adecuados a cada contexto.
No queremos finalizar sin decir que
recibida la noticia del final del paro de los docentes, por la firma del
acuerdo entre FECODE y la Ministra de Educación, es necesario hacer una mínima reflexión y expresar la
sorpresa y el descontento que ha producido tal hecho entre muchos docentes y la
sociedad en general, pues parece poco adecuado tener a tantos millones de
alumnos sin clases, y sin la alimentación que se les ofrece en las
instituciones educativas a los niños aquí en Colombia, durante tantos días, para firmar un acuerdo
que a los docentes, especialmente, les ha resultado poco gratificante según
múltiples manifestaciones. Pero sobre los resultados de la negociación y la
firma será mejor que, conociendo el estado de ánimo de los docentes y lo
publicado por los medios de comunicación, cada uno saque sus propias
conclusiones.
Os invito a dejar vuestras opiniones y sugerencias.
Pedro Navareño Pinadero.
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