Hoy la reflexión es sobre una materia educativa de primer orden: "educación para la ciudadanía y los derechos humanos" (como debería llamarse), pues no es ni más ni menos que la base sobre la que se han asentado las sociedades de todos los tiempos. Tener individuos sin formación cívica y ética en nuestra sociedad, además de una lacra para el sistema, son un peligro social, porque allí donde actúan dejan su podrida huella por su falta de principios y nos resulta carísimo tratar de regenerar la sociedad con brotes nuevos que nos permitan seguir adelante de manera digna. Como ejemplo sólo hay que mirar el panorama económico actual donde el neoliberalismo nos engulle a todos, haciendo más ricos a los que más tienen y más pobres a los asalariados. No en vano España es el país donde los jefes reciben de media salarios muchos más altos que sus trabajadores y con tendencia a aumentar.
Las reflexiones que hace Fernando Savater me parecen simplemente brillantes, realistas y oportunas en estos tiempos en los que cada día descubrimos como ciertos individuos de nuestra sociedad se enriquecen a costa de los que menos tienen, todo ello sin ningún tipo de escrúpulos.
“Los adversarios de la ciudadanía” por Fernando Savater
El tiempo tiene sus paradojas, como el espacio, y en el mismo momento
coinciden a veces instancias opuestas. Un par de días después de
enterarnos que Martha C. Nussbaum había ganado el Premio Príncipe de
Asturias, se filtraron en la prensa los detalles de las modificaciones
que el Ministerio de Educación va a imponer al temario de la maltratada
asignatura de Educación para la Ciudadanía, que entre zarandeos varios
ha perdido hasta el nombre. La paradoja de esa coincidencia estriba en
que Nussbaum es una decidida propugnadora de la formación cívica que
debe incluir la educación en nuestras democracias. Frente a quienes
pretenden (sobre todo ahora, en época de crisis) que la educación debe
centrarse solamente en la instrucción en materias de aplicación práctica
con perspectivas laborales, ella sostiene que “no nos vemos obligados a
elegir entre una forma de educación que promueve la rentabilidad y una
forma de educación que promueve el civismo. La prosperidad económica
requiere las mismas aptitudes necesarias para ser buen ciudadano”. Una
observación tanto más pertinente cuando estamos viendo hasta qué punto
la ciudadanía deficiente, tanto la de los especuladores financieros como
la de quienes rehúyen los impuestos o malbaratan los servicios
públicos, se convierte en causa de desastre social. El libro en que
Nussbaum hace esta constatación se llama: Sin fines de lucro
(ed. Katz), pero podemos decir también que la carencia de formación
cívica es tan dañina para la riqueza social como para los demás aspectos
de nuestra convivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas puedes hacer tus propios comentarios y añadir incluso otra información pertinente.