Uno de los apartados más importantes para acercarse al libro: "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro", es precisamente esta nota autobiográfica, y que aquí trato de argumentar la razón de su presencia en el libro.
Cada vez que tengo un libro entre mis manos, me asalta una pregunta inevitable: ¿quién es la persona que lo escribió? ¿Desde qué lugar del mundo –y desde qué lugar interior– nos habla? ¿Creció entre certezas o entre ausencias? ¿Qué heridas, qué sueños, qué convicciones han dado forma a su manera de enseñar, de mirar la vida, de habitar la escuela?
Este apartado del libro nace precisamente de esas preguntas. Está pensado como una pequeña ventana que permite al lector asomarse al alma del autor. Un esbozo autobiográfico, un relato íntimo que da sentido al contenido de los capítulos que siguen. Porque no se puede comprender el mensaje sin comprender al mensajero.
Como decía Séneca, "cada nuevo comienzo viene del final de otro comienzo". En este sentido, cada libro es mucho más que un objeto impreso: es el fruto maduro de un proceso vital, el eco de una historia tejida con hilos de experiencia, aprendizaje y búsqueda. Así, este texto que tienes en tus manos no es una mera introducción, sino un umbral simbólico: una invitación a un viaje compartido entre quien escribe y quien lee, entre dos trayectorias que, quizás, se reconocen en su vocación común.
Lo que aquí comparto no es un currículum, sino más bien lo que el filósofo Gabriel Marcel llamaría una “presencia encarnada”: una forma de hacer visible lo invisible, de decir sin alardes quién soy, qué me ha movido a lo largo del tiempo, qué me ha dolido y también qué me ha salvado.
Es, en realidad, el crisol donde se han fundido las emociones, certezas y vacilaciones de un aprendiz de maestro. Un crisol –como los que se usan para fundir metales preciosos– que ha soportado el calor de las decisiones difíciles, la incertidumbre del cambio, la alegría de lo compartido y la esperanza que nace cada vez que un niño o una niña descubren algo por sí mismos.
Aquí no solo encontrarás un recuento de hitos, sino también el intento de mostrar las esencias de una vida profesional que ha sido, como la de muchos de ustedes, apasionada, a veces incierta, llena de dudas y valiosos dilemas. Es la punta del iceberg, sí, porque como bien sabemos quienes navegamos las aguas de la educación, gran parte de nuestra riqueza experiencial yace bajo la superficie, esperando el momento justo para emerger y ser compartida.
En estas páginas aparecen algunos de los compañeros y compañeras de viaje que marcaron mi camino, las organizaciones educativas que me acogieron, los países que visité y las experiencias que me transformaron. También aparecen las ideas que han ido madurando al calor del aula, del diálogo con colegas, de la lectura reflexiva, de la escucha atenta y del compromiso con la escuela como espacio de humanidad y transformación.
Este "crisol de emociones" no es solo una anécdota personal, sino una llave para comprender el tono vital del libro. Leer esta sección puede ayudarte a contextualizar lo que sigue, a conectar con la pasión que lo impulsa y a enriquecer el diálogo entre tu experiencia como educador o educadora y la que aquí te comparto.
Tal vez este texto tenga valor solo si logra abrir un diálogo silencioso entre quien escribe y quien lee. Si al recorrer estas páginas, tú –querido lector, querida lectora– sientes que hablamos el mismo idioma: el de quienes creen que la educación no es solo una tarea, sino una forma de vida.
Porque, como dijo Paulo Freire, "nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo” (Freire, 1970). Este crisol es mi manera de invitarte a que entremos juntos en ese mundo compartido donde la educación se convierte en una búsqueda común.
Y quizás, al final del trayecto, ambos podamos reconocernos como parte de una misma travesía: la del maestro que enseña mientras aprende, y la del lector que, al leer, también se transforma.
Recibe toda mi gratitud por tu interés.
Pedro Navareño Pinadero.
Isla Cristina, 20 de julio de 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas puedes hacer tus propios comentarios y añadir incluso otra información pertinente.