Con la epidemia de la COVID-19 encerrándonos en casa, entendemos aún más la importancia de la información.Sobre todo lo fundamental que es defenderse y limitar el contagio de la desinformación. Aprender a reconocer las fuentes correctas y evitar expandir los bulos y noticias falsas debería ser parte de la composición genética de cada ciudadano. Por esta razón, en Finlandia lo enseñan desde la escuela primaria.
La Organización Mundial de la Salud ha hablado de ‘infodemia’ en relación con el exceso de información a la que estamos sujetos. Saber seleccionar las fuentes es tan importante como saber leer. En un artículo publicado en le diario inglés ‘The Guardian‘, la profesora finlandesa Kari Kivinen explica cómo el sistema educativo de su país se ha adaptado a la necesidad de ofrecer a sus estudiantes una capacitación específica sobre desinformación y fact-checking.
La atención de los medios sobre las noticias falsas en los últimos años ha crecido progresivamente. Esto ha producido una mayor concienciación sobre la importancia de aprender a informarse. Es lo que en inglés se llama ‘media literacy’ o ‘information literacy’, que podríamos traducir como alfabetización mediática.
La idea finlandesa se basa en el concepto de que nunca es demasiado pronto para aprender a defenderse de la desinformación. “Los cuentos funcionan muy bien. Coges a un zorro que siempre intenta engañar a otros animales con sus astutas palabras. No es una mala metáfora si pensamos en algunos políticos, ¿no crees?”, se pregunta Kivinen.
La lucha de Finlandia contra la desinformación
Finlandia introdujo la alfabetización a las noticias y la enseñanza del pensamiento crítico en el programa escolar nacional ya en 2016. Es un excelente ejemplo de cómo un gobierno puede actuar en contra de la propagación de la desinformación sin recurrir a leyes controvertidas. El arma más poderosa en manos de la política no es la censura, sino la educación a partir de la escuela primaria.En el programa didáctico de la escuela secundaria, la formación se vuelve más específica. Los alumnos de la escuela de Helsinki, donde Kivinen enseña, aprenden lo fácil que es mentir con las estadísticas durante las horas de matemáticas. Con el profesor de historia del arte entienden cómo se puede manipular el significado de una imagen. Estudiando historia, analizan las campañas de propaganda y desinformación más importantes del siglo pasado. Con el profesor de finlandés reflexionan sobre cómo se pueden usar las palabras para engañar y confundir.
«El objetivo es formar ciudadanos activos y responsables», explica Kivinen. «El pensamiento crítico, la verificación de los hechos y el aprendizaje para evaluar la información que recibimos son cuestiones cruciales. Y hoy son una parte fundamental de nuestro programa. A través de todas las asignaturas».
Este enfoque educativo fue ideado después de que 2014 Finlandia fuera blanco de la desinformación rusa. El país, que declaró su independencia de Rusia en 1917, está a la vanguardia en la guerra por la información online. El proceso se aceleró cuando Moscú anexó Crimea y apoyó a los rebeldes del este de Ucrania hace cinco años. La mayoría de las campañas de desinformación, amplificadas por páginas y cuentas finlandesas cercanas a la extrema derecha, atacan la Unión Europea, la inmigración y la adhesión del país a la OTAN.
Educar al pensamiento crítico
Resistir a este tipo de desinformación es un compromiso civil, un componente clave de la política de seguridad global de Finlandia. El programa es pilotado por una comisión compuesta por treinta miembros de alto perfil que representan a veinte organizaciones diferentes. Entre estas hay ministerios, organizaciones públicas, policía, servicios de inteligencia y seguridad. En tres años han capacitado a miles de funcionarios, periodistas y profesores.Kivinen enfatiza la importancia del enfoque crítico, pero no escéptico, hacia la información que se recibe. «No queremos terminar pensando que todos mienten (…) Fake news no es una terminología correcta, especialmente para los niños. Las categorías son mucho más útiles: ‘misinformation‘ o información errónea, desinformación o mentiras y bulos, información falsa difundida deliberadamente para engañar».
Así, incluso los niños pequeños, explica Kivinen, pueden entenderlo. «Les encanta ser investigadores. Si logras que pregunten a periodistas y políticos qué cosas son importantes para ellos, si organizas simulaciones de debate y elecciones escolares reales, les pides que escriban informes reales y falsos sobre ellos, comienzan a comprender el significado de la democracia y los peligros de la desinformación«.
El objetivo final es que los niños se pregunten: ¿quién produjo esta información? ¿Y por qué? ¿Dónde fue publicada? ¿Qué dice realmente? ¿Hay evidencias o es solo la opinión de alguien? ¿Puede ocurrir en otro lugar? Parte de esta educación continua es proporcionada también por algunas ONG. Por ejemplo, Faktabaari comenzó su trabajo durante las elecciones europeas de 2014. Está administrada por un equipo voluntario de periodistas e investigadores que produce kits de alfabetización para votantes y escuelas.
Un enfoque global
Hay que proporcionar a las personas sus propias herramientas para que sean autónomas en la identificación de la desinformación. Es una enseñanza centrada en el libre albedrío y el espíritu crítico. Con este mismo enfoque, la ONG Mediametka, en parte financiada por el Ministerio de Cultura de Finlandia, organiza hackatones para la educación tecnológica. Estos concursos involucran startup creativas para desarrollar materiales adecuados para escuelas y jóvenes.La ONG trabaja con imágenes, vídeos, textos y contenidos digitales. Los estudiantes deben producir materiales educativos e identificar los diversos tipos de noticias engañosas. Desde la propaganda al clickbait, desde la sátira a las teorías de la conspiración, desde la pseudociencia a los artículos partidarios. De historias que describen eventos que simplemente nunca sucedieron a errores involuntarios.
La atención a las amenazas de la era digital por parte del Gobierno finlandés no se limita a la desinformación. El enfoque es el mismo: involucrar activamente a la población para que se convierta en parte de la solución. El Ministerio de Exteriores ha activado un programa de informe de errores de seguridad en las páginas web gubernamentales. El Ejecutivo quiere alentar a los piratas informáticos para que cooperen en la revisión de los servicios e informen sobre lo que descubren a cambio de una compensación económica.
La lucha contra la desinformación es un desafío transversal. No es una asignatura aislada, sino un conjunto de conocimientos interdisciplinarios que pueden fortalecer las defensas de los ciudadanos frente al caos informativo. Es una inversión cultural a largo plazo. El objetivo final es formar una ciudadanía consciente, comprometida y activa. Capaz de pensar críticamente, interpretar y evaluar la información que recibe, consultar noticias y compartirlas con otras personas de manera responsable.
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