Hace un par de año reflexionábamos con Alvin Toffler, hoy cada uno seguro que tiene argumentos para creer aún más en sus profundas verdades.
Cuando se escucha con atención el discurso de sabios como Alvin Toffler, se estremecen los cimientos de nuestras creencias más firmes. Pero no cabe duda que cuando se reflexiona sobre su mensaje, encontramos que la realidad casi siempre supera la ficción y lo que hoy nos parece increíble, mañana nos parecerá estúpido, en palabras de este autor.
El problema se nos plantea cuando hoy tenemos delante un alumnado que espera de nosotros una buena clase, una respuesta a su necesidad de ser formado, aunque la escuela lo que le ofrece es un menú previsible y poco apetitoso que, en un alto porcentaje de situaciones, no responde a sus inquietudes ni necesidades, sobre todo por ser demasiado cerrado. Entonces nos alarmamos por el poco interés que muestra el alumnado y la baja dedicación al trabajo que demuestran en el día a día.
En ese momento, muchos docentes responsables, revisan, reflexionan sobre su práctica y buscan con esfuerzo la solución al mal que vive en su clase pero encuentra demasiados obstáculos, como la organización de los centros, las normas reguladoras de los sistemas escolares, los colegas poco comprometidos, que los hay, los programas a desarrollar, las evaluaciones a las que son sometidos, directa o indirectamente, etc. Entonces aparece la desesperanza o el sentido práctico de la vida y, poco a poco, se van dejando de hacer cosas, muchos se sienten arrastrados por la fuerte inercia de la rutina, y pensamos que para la consideración social que tenemos, el sueldo que nos pagan y los problemas que sistemáticamente recibimos, para todo ello ya hacemos bastante.
Pero no hay duda que debemos seguir en la lucha, siempre merece la pena, hacer todos los esfuerzos que estén en nuestra mano, para dar lo mejor a nuestro alumnado, pues sólo educando más a los que más lo necesitan podremos lograr caminar hacia un mundo mejor.
En el día a día de la tarea docente, cuenta más lo que hacemos con cada niño, creando inquietudes, mejor que ofreciendo conocimientos como materia ya establecida y objetiva, dando la oportunidad de pensar y dar respuesta a sus propias inquietudes, más que seguir un libro de texto determinista y cerrado al mundo y a los intereses de los escolares. En fin, haciendo otra escuela que sea más justa, creativa, solidaria y comprometida con el logro de una sociedad más sostenible y que tenga los derechos humanos con horizonte para caminar por el camino correcto.
Así nos aseguraremos que nuestro alumnado, sea cual sea el futuro, sabrán interpretar las claves del mundo que les toque vivir y tener el sentido crítico suficiente para luchar por los mejores ideales.