domingo, 24 de julio de 2016

La participación escolar de la comunidad educativa en Latinoamérica.


La escuela, como espacio de formación y socialización, ha evolucionado, aunque siempre dos pasos atrás de lo que sucede en otros ámbitos sociales, para pasar de ser un lugar cerrado, separado de la sociedad por un grueso muro, que impedía cualquier influencia externa para conservar el ambiente de aprendizaje académico, libre de contaminaciones externas que pudieran interferir en el conocimiento que allí se impartía y donde los únicos responsables de la enseñanza eran los docentes, para transformarse, con el tiempo, de esa visión casi monástica, en una organización abierta a la sociedad, que permite la participación de la familia y de otros agentes sociales para aprovechar y llevar mensajes de interés social. Tal fue la evolución en este sentido, que actualmente, existe la queja, pensamos que bien fundamentada, de que todos los problemas que la sociedad presenta, se quieren solucionar integrando nuevas enseñanzas y programas para ser impartidos en la escuela, no porque allí no deban sentarse las bases de la formación de ciudadanos éticos y comprometidos, sino por la forma en la que se imponen, solapando actuaciones, sin una visión coherente y congruente con los objetivos y planteamientos educativos de cada institución, sin estar bien articulados e integrados de acuerdo los principios didácticos y de racionalidad, para que puedan ser aplicados por los docentes a cada contexto.

Ese giro en la forma de entender la escuela, además, se vió reforzado por las investigaciones que desde la década de los años 80 del siglo pasado,  vienen relacionando el éxito académico con la participación de la comunidad, especialmente las familias, en su acompañamiento y su intervención en el proceso educativo de sus hijos.

Pero, es necesario señalar, que el concepto de participación de la comunidad escolar no es igualmente entendido por todos. Es un término confuso. Bien entendida la participación democrática debe asociarse con el poder de tomar decisiones, pues de lo contrario sería una manera de falsear su esencia y de aparentar algo que no tendría sentido. Es decir, participar significa tener poder de decisión y asumir responsabilidades, y no solo de opinar sobre asuntos como la educación que se imparte en las instituciones educativas, que es competencia tanto de docentes como de familias, y de la sociedad en general. Además para que exista una verdadera comunidad, debemos haber acordado unos intereses y objetivos comunes y compartidos que guíen el trabajo institucional, pues no es infrecuente que los intereses de las familias sean distintos de los que se practican en la escuela.

Pero para conocer un poco mejor el fenómeno de la participación  de las familias en la escuela en general, y más particularmente en América Latina, sería necesario conocer y analizar la evolución de la configuración de las familias, es decir el número de hijos que se tienen, los roles que tradicionalmente se ha asignado a niños y niñas, los niveles de pobreza y la necesidad sentida por los progenitores de que, por ejemplo, los hijos trabajen a temprana edad, cuando no se gana lo suficiente, que las niñas cuiden de hermanos más pequeños, la extensa jornada laboral de los padres, 10, 12 horas incluso más, que les obligan a ausentarse del hogar para poder acompañar a sus hijos en los procesos de socialización primaria y aprendizajes básicos, las expectativas e importancia que se le otorga a la educación en las familias más desfavorecidas, como medio de salir y romper el círculo vicioso de a más pobreza, menos educación y a menos educación menos posibilidades de alcanzar una vida digna y muchas más de que se perpetúe la violencia, como expresión de necesidades vitales o simplemente creadas por falta de saber encontrar sentido a la vida, más allá de lo material, lo cual se traduce en que la vida no vale casi nada. Pues no debemos olvidar que Latinoamérica es la región más desigual del planeta, según la ONU desde los años 70, donde el 20% de la población más rica tiene en promedio unos ingresos per cápita casi 20 veces superior al ingreso del 20% más pobre. Y sus cifras sobre violencia de género y doméstica e incumplimiento de los derechos humanos son escalofriantes. Sin olvidar todos los procesos migratorios que se dan en el Centro y sur de América, tanto internos como entre países. Como ejemplo, Colombia, que como consecuencia de la guerra que sufre por más de 50 años entre el ejército, la guerrilla, los paramilitares, según el Consejo Noruego para los refugiados, en un informe presentado en Ginebra, mayo de 2016, junto a la Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), indica que 5,7 millones de personas están desplazadas, es decir el 12% de la población ha dejado sus hogares por la violencia. Cifras solo superadas en el mundo por Siria como consecuencia del conflicto armada que vive en los últimos años.

Por tanto, habría que hacerse, y responderse, demasiadas preguntas para encontrar una respuesta comprensible sobre la situación social que subyace en estos países y que condicionan la vida de las familias y la participación en las escuelas en esta parte del mundo, tales como ¿en qué debe consistir la participación de las familias para mejorar los aprendizajes en la escuela? ¿Qué beneficios proporciona la participación de las familias a la escuela? ¿Qué obstáculos existen para la participación real y efectiva? ¿Cómo podríamos hacer para favorecer la participación? Cuestiones que dejamos para la reflexión por no ser este el espacio adecuado para responder y profundizar en todas ellas.

Fundamentalmente podemos decir que existen dos concepciones sobre participación que se han venido afianzando y que hoy creemos que se corresponden con lo que sería la participación formal de la comunidad en la escuela y la que consideramos como participación real. La primera sería aquella participación orgánica y legal que se recoge de manera general en la normativa reguladora de la educación, y que en el caso de Latinoamérica tiene una amplia repercusión, especialmente en las constituciones y leyes de las últimas décadas.


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