Con la candidez de un niño y con la ilusión de creer que
este mundo puede cambiar, quería escribir a los Reyes Magos, para expresarles
mis deseos para este año que ahora comenzamos. Y lo hago ahora que tendrán mas
tiempo para escucharme, una vez finalizado todo el trajín de atender las
demandas que los niños del mundo les habrán hecho. Aunque esos reyes se llamen
de otros modos en otros lugares. Y se lo pido a ellos porque los humanos parece
que tenemos serias dificultades para solucionar este mundo, especialmente por
causa de minorías que ponen en peligro la paz y el bienestar social. Aunque
siempre seguiré pensando que la educación sí puede lograrlo.
Queridos Reyes Magos:
Como habrán podido ver este año me he portado bien, ya
jubilado sólo me queda leer, pasear y colaborar con aquellos que me lo permiten
o me lo solicitan. Pues a pesar de mi “juventud”, sigo profesando una gran fe
en la educación y aunque sólo sea por eso, creo que merezco que se me concedan
algunos deseos, pues a esta edad, al menos en mi caso, son mucho más
importantes que los “juguetes”.
Quería, en primer lugar, pedirles que le traigan a las
administradores de los bienes públicos que lo necesiten, un poco de sentido
común y de sabiduría, o mejor quizá para algunos un enorme camión, para que
aprovechen e inviertan los recursos de los que disponen, que son de todos, en
aquellas necesidades reales que tiene la sociedad a la que deberían servir. Pues no queremos más
inversiones millonarias en infraestructuras que nunca, o casi nunca se usan,
digamos palacios de congresos sin congresos, aeropuertos sin vuelos, trenes de
alta velocidad, es decir altísimas inversiones, sin viajeros, etc. Será muy
importante que quienes tienen la responsabilidad, y la capacidad de decidir,
aprovechen las enseñanzas de sus maestros cuando van a la escuela y desarrollen
un sentido ético y práctico que les permita ser útiles a la sociedad. Pues de
ese modo invertirán más en educación y sanidad y menos en suntuosidades y gastos
inútiles de todo tipo. Por no recordarles que no confundan “ser servidores
públicos” con “servirse de lo público”
En segundo lugar,
quería pedirles inmensidades de cordura para iluminar la mente de aquellos responsables en educación, desde el
ministro o ministra de turno hasta el último trabajador del sector, para que,
aquellos que no lo hacen, asuman su responsabilidad y no culpabilicen a los
demás de todo lo que dejan de hacer, ya que realmente son, cada uno de ellos,
los únicos responsables de su tarea, aunque sean buenos encontrando excusas
para eludir responsabilidades. Recuérdenles que en las mismas condiciones, con
las mismas leyes y en contextos iguales o peores, hay profesionales y escuelas
que tienen el reconocimiento de toda la comunidad y realizan una tarea
infinitamente mejor que ellos. Que en vez de gastar las energías en lamentarse
y justificar por qué no hacen, es preferible y más eficaz, dedicarse a cumplir
de verdad con su obligación. Pues aunque no les falte razón a la hora de
criticar al jefe o político que corresponda, seguro que si trabajan, además de
criticar, se cargarán de razones poderosas para poder argumentar lo que dicen.
En tercer lugar, quería pedirles que regalen un saco bien
grande de compromiso y colaboración a las familias que lo necesitan, para que
las dediquen a la escuela y a la educación de sus hijos. Para que así, familia
y escuela, conformen una verdadera comunidad educativa de aprendizaje. En la
que todos juntos puedan enseñar y aprender en comunión. Pues los docentes ya
tienen bastante con luchar, entre otros, contra los molinos de viento, ahora
llamados medios de comunicación, que deseducan bastante más de lo que somos
conscientes, en vez de contribuir a una buena causa.
En cuarto lugar, quería pedirles que miren a ver que podrían
hacer sus majestades que saben tanto, para que la investigación en educación
sirva para algo más que para almacenar tesis en los cementerios de la
burocracia, que son las secretarias de las universidades, o para que quienes
publican adquieran mérito y publicidad, ya que, lo que realmente necesitamos,
es que sirvan para mejorar la educación y las escuelas del mundo ofrezcan una
verdadera formación integral del ser humano. Pues con todo el conocimiento
científico acumulado y la experiencia adquirida por la especie humana,
parecería que la familia y la escuela deberían dar mejor respuesta a las
necesidades de nuestros jóvenes. Aunque quizá, si entra en sus posibilidades, lo
más prudente sería volver a crear la especie humana, a ver si así conseguimos que
algunos nazcan con menos egoísmos y sin tantas miserias, que con frecuencia, nos
llevan a pensar, que algunos animales tienen más instinto de conservación de la
propia especia y de hacer del planeta un
mundo sostenible mucho más que nosotros.
En quinto lugar, les pediría que, a todos los que son
responsables y trabajadores, que son una gran mayoría, les lleven los
correspondientes reconocimientos, además de las fuerzas necesarias para seguir
siendo siempre ejemplo de buen hacer, pues así animaran a que cada vez la escuela
cuente con mejores prácticas.
Como último deseo, les quería pedir que si algo se me ha
olvidado y lo consideran importante para que este mundo se rija más por valores
humanos y menos por intereses materiales, sería estupendo que se lo regalasen a
quien corresponda. Pues quizás así seríamos capaces de construir un planeta más
justo, pacífico y solidario, que nos permitiera salir de esta crisis silenciosa,
no la material sino la otra, la de los valores y los principios éticos y
morales.
En fin, el deseo mayor que les traslado es que no me hagan
demasiado caso, sobre todo, si estiman que mis deseos no son de interés general
y, por tanto, no merecen ser atendidos. Pero si algo consideran que es
necesario y justo, háganle llegar el
correspondiente regalo a quien corresponda para ver si acaso, al menos, mejoramos un poco.
P.D. En la ventana les dejo un pequeño agasajo para que
tomen algo, mientras hacen un pequeño descanso, para poder seguir atendiendo
otros deseos y preparando los regalos del año que viene.