miércoles, 20 de diciembre de 2023

Carta de un aprendiz de maestro a todo el alumnado del mundo.

Les comparto unas reflexiones que escribía en el contexto general en el que estamos viviendo en estos últimos meses.

Queridos niños, niñas, adolescentes y jóvenes del planeta.


Hoy os escribo con gran pesar y dolor en mi corazón por todo lo que está sucediendo en el mundo. Y no es que antes no se haya producido exactamente lo mismo, que siempre en mayor o menor medida viene sucediendo. Es que hoy los medios me han golpeado más fuerte si cabe que en otras ocasiones (o quizás estoy más sensible por causa de los años, de la experiencia y mi dedicación profunda a la educación tratando de aportar mi granito de arena para ayudar

más a los que más lo necesitan). Pues los seres humanos hemos demostrado una terquedad y un egoísmo absolutos, ya que, como de todos es bien sabido, la historia está llena de innumerables muestras de ello. 


 Aunque, los que justamente hacen el bien y aman a los demás parecen no existir, en realidad sí existen y sin ninguna duda son la gran mayoría, pero la maldad y el sufrimiento parecen ser más noticiables e importantes, al menos es lo que se puede deducir de ver y escuchar los medios de comunicación incluidas las redes sociales.


Sin embargo, me gusta creer que la educación es el medio más adecuado para cambiar este mundo por otro más pacífico, justo, solidario, inclusivo y cuantos adjetivos se quieran añadir, y sobre todo que fuera menos estúpido y cruel; pero cuando profundizamos en las formas de educar desde la casa, desde la escuela o desde la sociedad (redes sociales), encontramos que existen muchos tipos de adoctrinamientos y formas de sembrar las semillas del amor, del odio o la violencia silenciosa, en unos casos intencionadas, que naturalmente son las peores y, otras,

en las que no somos conscientes de lo que realmente estamos consiguiendo, pero que somos igualmente responsables aunque no tengamos conciencia del resultado de lo que hacemos, y por tanto, deberían preocuparnos aún más, porque también es una forma de sembrar (el bien o el mal) sin saber que lo hacemos. Con frecuencia ignoramos que enseñamos más con nuestros gestos, con lo que hacemos, con nuestra vida, que con lo que decimos, incluso lo que decimos se contradice en demasiadas ocasiones con nuestros hechos. Siendo la nuestra, una vida y una

práctica educativa, poco coherente con bastante frecuencia.


Hoy, como ayer, la escuela es más un instrumento al servicio de intereses, frecuentemente, poco confesables, desviándose del fin al que deberían servir que no es otro que el bien común. Claro, todos los que la ponen al servicio de sus creencias lo hacen convencidos que lo que ellos piensan es lo que debe ser pensado, ignorando que la verdad y la razón están repartidas como las piezas de un puzle que cuando las colocamos unas junto a otras vemos las cosas

como realmente son.


Quizás, por esa razón, me gustaba iniciar el curso escolar diciendo a mi alumnado que no creyesen nada de lo que les decía, que reflexionaran y lo analizaran todo antes de aceptar lo que les exponía. Era una forma de decirles que no hay que creer lo que se escucha, que como personas debemos desarrollar el sentido crítico y aprender a interpretar y diferenciar por ejemplo la opinión de la información. Hecho que hoy con las redes sociales resulta poco más que imposible, pues la vida, la felicidad, la opinión en definitiva se resume en una sentencia o un vídeo de pocos segundos, lanzados para buscar un “me gusta” a cualquier precio, sin importar lo que se dice o los efectos que eso pueda tener.


Las enseñanzas basadas en el pensamiento y las creencias particulares tienen un gran peligro para vosotros los que buscáis aprender a vivir. Porque cuando estamos en los primeros momentos de nuestra formación, la conformación de nuestra conciencia y nuestra mentalidad es muy influenciable, vulnerable y maleable, y los mayores debemos ser muy cautelosos y respetuosos con vuestro crecimiento personal. 


Pues tal y como expresa Bauman: “En este planeta, todos dependemos el uno del otro, y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer es ajeno al des-tino de los demás. 

Desde el punto de vista ético, eso nos hace a todos responsables por cada uno de nosotros. La responsabilidad ‘está ahí’, firmemente colocada en su lugar por la red de interdependencia global, reconozcamos o no su presencia, la asumamos o no.”


Por todo ello, y para no extenderme más (aunque ganas no me faltan) quiero expresaros algunas ideas que me parecen a mí que pueden tener utilidad para la educación de cualquier persona en cualquier contexto o lugar del mundo:


1. Escuchad a todos con atención, es la única forma de ver todos los colores del arcoíris, para luego poder decidir el color que os gusta.


2. No creáis nada de lo que os digan hasta que los hechos y las evidencias así lo pongan de manifiesto. Las evidencias pueden ser simplemente el respeto con el que os hablan, el brillo en los ojos de quien os habla, la ética o una conducta intachable y coherente un día detrás de otro y en todos los ámbitos de la vida.


3. Cuando os insistan con demasiada pasión en que creáis algo ponedlo en cuarentena. Observad y escuchad los argumentos que existen sobre esa materia, no vaya a ser que detrás de quién insiste haya intereses ocultos o poco confesables.


4. Pensad que los textos de todo tipo, también los escolares (libros), son hechos por humanos y por tanto son perfectibles y visiones parciales de la realidad. Tomadlos como un punto de vista más. Igual que todo lo que leáis en las redes sociales.


5. Actuad de buena fe, las intenciones son importantes en la vida. Aunque no confundáis la bondad con la estupidez y aprended las lecciones que la vida ofrece cada día.


6. Sabed que quien más daño se hace a sí mismo es quien más odia, quien busca venganza, quien desea el mal a otros. Y que el camino de la felicidad es edificante, que la felicidad es tener el corazón colmado (M. Alonso P.) y que el bienestar es tener todo lo que deseamos, es decir tener colmado los sentidos, que es sólo un estado de satisfacción pasajero que cada vez exige más y sin límites, algo así como el síndrome de abstinencia.


7. Buscad la verdad, tomando como referente el bien común, la otra suele ser egoísmo. Amad a las personas y a la vida, porque en ello está nuestro destino.


8. Mirad con cautela, pues todo lo que vemos lo hacemos con la mente, con nuestras creencias, con nuestras convicciones y forma de pensar, mucho más que lo que percibe nuestro sentido de la vista.


9. Sed buenas personas, así podréis ejercer cualquier profesión y seréis excelentes profesionales. Pues para cambiar el mundo sólo tenemos que cambiar cada uno de nosotros.


10. Finalmente, tampoco me creáis a mí, pensad que soy humano y estoy lleno de defectos y, como todos vosotros, sólo veo lo que soy y no lo que es la educación ni el mundo.


Porque como expresa Hannah Arendt: “El papel que ha jugado la educación en todas las utopías políticas, a partir de la Antigüedad, muestra cuán natural parece comenzar un nuevo mundo con aquellos que, por nacimiento y por naturaleza, son nuevos”.


Para despedirme recordad que “Lo que la humanidad necesita no son fronteras y reductos de prosperidad, sino personas constructoras de un vivir juntos próspero y digno para todo el mundo.” (Educadoras y educadores por una ciudadanía global).

Con todo mi afecto y cariño.


P. D.: Si algún mayor lee este escrito, también puede ser de su utilidad.


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