martes, 5 de agosto de 2025

¿Hacia dónde vamos? La escuela que soñamos y necesitamos. Capítulo III.


¿Hacia dónde vamos? Una escuela que se atreve a soñar para transformarse.

En tiempos de incertidumbre, soñar la escuela que necesitamos no es un ejercicio de evasión, sino un acto de compromiso profundo con la humanidad. El Capítulo III de “De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro” es una invitación a caminar hacia una escuela posible, necesaria y urgente. Una escuela que se reencuentra con su sentido más genuino: cuidar, educar, transformar.

Este capítulo propone diez claves articuladas que construyen un horizonte compartido, no como un recetario, sino como una brújula ética y pedagógica. La primera clave sitúa la escuela como espacio de cuidado, bienestar y convivencia positiva. No se trata de una declaración retórica, sino de una apuesta por la ética del cuidado como práctica estructurante, la promoción de habilidades socioemocionales, la prevención de problemas de salud mental, y el reconocimiento del bienestar docente como condición de posibilidad para todo lo demás. Porque una escuela que cuida, educa mejor.

La segunda clave apunta al corazón de la profesión docente: el tránsito de la práctica solitaria a la construcción de comunidades profesionales de aprendizaje. Se aboga por un desarrollo profesional colaborativo, donde el saber se comparte, se construye colectivamente y se transforma en acción pedagógica. Las comunidades de aprendizaje se presentan como espacios vivos, donde el diálogo, la reflexión y la investigación sobre la práctica fortalecen la identidad profesional y el compromiso ético.

La tercera clave nos lleva a concebir la escuela como una organización que aprende. Inspirada en autores como Senge, Stoll o Fullan, esta propuesta reconoce que solo las organizaciones que aprenden pueden mejorar de forma continua. La construcción de una visión compartida, la gestión del conocimiento, el desarrollo profesional y la curiosidad pedagógica se convierten en motores de cambio interno. No se trata de aplicar modas, sino de generar desde dentro las respuestas que la escuela necesita.

El liderazgo pedagógico, en la cuarta clave, se plantea como un liderazgo distribuido, ético y articulador, que moviliza la inteligencia colectiva de toda la comunidad educativa. Un liderazgo que inspira, pero que también escucha, que construye una visión común y fomenta la participación responsable en la toma de decisiones.

La quinta clave redefine el currículo como una herramienta de esperanza y transformación. Un currículo orientado al logro de un perfil de salida que prepare a los estudiantes para afrontar los desafíos globales desde una ciudadanía crítica, democrática y comprometida con los derechos humanos. Se cuestiona el currículo oculto y se recuperan referencias internacionales que inspiran caminos posibles.

La sexta clave gira en torno a la evaluación formativa y auténtica como base del aprender a aprender. Se ofrece una mirada integral que abarca la evaluación del alumnado, la práctica docente y la autoevaluación institucional, siempre con un enfoque de mejora continua, aprendizaje profundo y compromiso con los fines educativos.

La séptima clave propone una escuela abierta al mundo, que integra las tecnologías —incluida la inteligencia artificial— al servicio del bien común. Lejos de una visión instrumental, se aboga por una tecnología crítica, ética y humanista, que expanda las posibilidades de inclusión, participación y aprendizaje significativo.

En la octava clave, se introducen los ciclos de aprendizaje experiencial como motores de innovación sostenible. Se trata de procesos sistemáticos, reflexivos y participativos, que permiten experimentar, evaluar y mejorar de forma continua las prácticas escolares desde la experiencia real.

La novena clave recupera la figura de la supervisión escolar como acompañamiento pedagógico. Se reivindica una relación de confianza, asesoramiento y retroalimentación constructiva, centrada en la mejora del aprendizaje y el desarrollo institucional. Una supervisión que acompaña y no fiscaliza, que escucha y no impone.

Finalmente, la décima clave nos recuerda el porqué de todo esto: construir una escuela comprometida con el bien común, los derechos humanos, la dignidad de la persona y la justicia social. Una escuela que no renuncie a su misión de formar ciudadanía democrática, crítica y activa. Porque no hay verdadera educación sin un horizonte ético que dignifique a cada ser humano.

Este capítulo no es solo un mapa para la transformación educativa. Es un acto de fe en la escuela, en sus docentes, en sus estudiantes, en su comunidad. Es una ofrenda de quien ha caminado la escuela desde dentro y sueña, con emoción y lucidez, que otra escuela no solo es posible, sino urgente.

📘 Si este sueño también es tuyo, te invito a descubrir el libro completo: “De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro.” Porque soñar juntos la escuela que necesitamos… es el primer paso para construirla.


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