martes, 16 de septiembre de 2025

Clave 6: Evaluación formativa y auténtica como base del aprender a aprender.


 Continuando con las claves del libro: De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro." Hoy compartimos el resumen de la clave 6 de nuestra propuesta.

La Evaluación como Brújula para el Aprendizaje

¿Qué pasaría si la evaluación dejara de ser un momento de juicio para convertirse en una herramienta de crecimiento constante? Esta es la premisa que explora la Clave 6, “Evaluación formativa y auténtica como base del aprender a aprender”, y nos invita a una profunda reflexión. Este capítulo nos presenta una visión radicalmente diferente de la evaluación: ya no es el punto final del proceso educativo, sino la brújula que nos guía en cada paso, tanto a estudiantes como a docentes y a la institución entera. La necesidad de este enfoque es innegable en un mundo donde el aprendizaje no termina con la graduación. La evaluación formativa nos permite identificar fortalezas y áreas de mejora en tiempo real, transformando los errores en oportunidades valiosas. Al mismo tiempo, la evaluación auténtica conecta el conocimiento con la vida real, demostrando su relevancia y aplicabilidad.

Una Propuesta de Evaluación Transformadora.

El libro detalla una propuesta de evaluación que va más allá de las calificaciones. Para el alumnado, se propone una evaluación formativa que provee un feedback detallado y oportuno, centrado en el proceso de aprendizaje más que en el resultado final. Se trata de un diálogo constante que empodera al estudiante para que se convierta en el principal agente de su propio aprendizaje. Complementando esto, se presenta la evaluación auténtica, que desafía a los estudiantes a aplicar sus conocimientos en tareas significativas y contextualizadas. Por ejemplo, en lugar de un examen de historia, un estudiante podría crear un podcast o un documental sobre un evento histórico, demostrando una comprensión más profunda y habilidades prácticas. Este tipo de evaluación valida lo que realmente importa: la capacidad de usar el conocimiento de manera creativa y crítica para resolver problemas.

La Evaluación de la Práctica Docente.

Pero la evaluación no se detiene en el aula. El capítulo también se sumerge en la crucial evaluación de la práctica docente. Aquí, el propósito es igualmente formativo. El libro redefine la práctica docente no solo como la acción de enseñar, sino como el constante ciclo de planificación, ejecución, reflexión y mejora. ¿Cómo evaluamos esto? A través de la autoevaluación guiada, la observación entre pares y la co-construcción de estrategias que permitan a cada docente crecer profesionalmente. El foco se pone en el aprendizaje profesional continuo, creando un entorno de confianza donde los educadores pueden experimentar, equivocarse y mejorar sin miedo.

La Evaluación Interna de Centro.

Finalmente, la Clave 6 nos eleva a la evaluación de la escuela como un todo. ¿Qué significa evaluar internamente un centro educativo? Significa mirarnos al espejo como comunidad, analizar nuestros procesos y resultados, y determinar si estamos cumpliendo con nuestra misión. Esta no es una tarea de rendición de cuentas, sino un proceso colaborativo y reflexivo que involucra a todos: directivos, docentes, estudiantes y familias. El libro ofrece un anexo práctico con herramientas para llevar a cabo esta evaluación, demostrando que, al aplicar la misma ética de la evaluación formativa a nivel institucional, la escuela puede convertirse en un lugar de mejora continua, asegurando que todos los miembros de la comunidad prosperen.

Este capítulo nos desafía a repensar por completo nuestra relación con la evaluación. Nos demuestra que cuando se usa correctamente, no es una medida de lo que falta, sino un catalizador de lo que es posible.

Link universal: De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro.







miércoles, 10 de septiembre de 2025

Clave 5: Un currículum basado en la irrenunciabilidad a la esperanza y el logro de un perfil de salida para la ciudadanía glocal crítica.

Amigas y amigos, compartimos la clave 5 de nuestra propuesta. Más necesaria que nunca en un mundo que parece haber perdido el norte, donde la verdad se ha desdibujado del mapa de las relaciones internacionales y humanas, donde el egoísmo y los intereses de todo tipo se anteponen a la esperanza de un mundo mejor. En ese contexto, la escuela debe erigirse como refugio donde sembrar en el corazón de cada niña, niño y joven, una semilla de solidaridad y concordia a prueba de redes sociales y todo tipo de inclemencias, para que pueda desarrollarse y florecer en forma de una ciudadanía crítica, solidaria y pacífica.

Un Currículum para el presente y el futuro: La esperanza como herramienta para la transformación

¿Qué ocurre cuando la educación se convierte en un faro de esperanza, en un mundo lleno de desafíos? La respuesta la encontramos en la Clave 5 de "De la escuela que venimos a la que soñamos", que nos desafía a concebir un currículum más allá de las fronteras de las asignaturas tradicionales. Este capítulo es una invitación a la acción, a construir un modelo educativo que no solo prepare para el presente y el futuro, sino que lo infunda de un propósito claro: la formación de ciudadanos globales críticos, capaces de transformar su realidad local y global.

Este modelo curricular es una necesidad urgente. En un mundo globalizado y en constante cambio, donde las problemáticas ambientales, sociales y económicas se entrelazan, el conocimiento no puede ser una simple acumulación de datos. Es hora de dejar atrás los planes de estudio estáticos y abrazar un enfoque dinámico que desarrolle una ética de la esperanza. Este currículo no oculta las dificultades, sino que las presenta como oportunidades para la acción y la innovación.

Por tener un carácter transversal de la acción educadora y pertenecer a los principios sólidos que sustentan la escuela que soñamos, esta clave se puede poner en práctica en cualquier institución educativa, más allá de su contexto y el sistema educativo en el que esté la escuela.

El libro nos guía para entender que el currículo que realmente necesitamos es uno que moldea un perfil de salida para la ciudadanía global, democrática y crítica. Un currículo que cultive la empatía, el compromiso con los derechos humanos y la justicia social, y que prepare a los estudiantes no para competir, sino, especialmente, para colaborar. Esto implica ir más allá de los contenidos y enfocarse en el desarrollo de las habilidades para el siglo XXI: pensamiento crítico, creatividad, comunicación efectiva y trabajo en equipo. Estas competencias son la clave para que nuestros jóvenes puedan afrontar la complejidad del mundo con resiliencia y liderazgo.

Además, la Clave 5 pone en la mesa un concepto crucial: el currículum oculto. Lo que enseñamos en el aula no es solo lo que está escrito en los libros, sino también lo que transmitimos con nuestras actitudes, valores y la cultura escolar. Cada interacción, cada norma y cada rincón de la escuela son una lección silenciosa que forma la visión del mundo del estudiante. Si queremos formar ciudadanos comprometidos, debemos ser conscientes de este currículo invisible y alinearlo con nuestros objetivos.

El libro no se queda en la teoría; ofrece ejemplos concretos inspirados en referentes de currículos internacionales que ya están implementando este enfoque. Nos muestra que este modelo no es una quimera, sino una realidad palpable. Y lo mejor de todo, incluye un anexo con propuestas para la implementación de esta visión. Esto convierte el libro "De la escuela que venimos a la que soñamos" en una herramienta invaluable para cualquier docente, líder educativo o padre de familia que busque catalizar un cambio significativo.

Este capítulo es un llamado a la acción. Te invita a reflexionar sobre tu propio contexto, a soñar en grande y a tomar las riendas para construir una educación que no solo prepara para el mundo, sino que lo moldea con esperanza, empatía y compromiso.

El libro está disponible en.













lunes, 8 de septiembre de 2025

Clave 4: Liderazgo pedagógico distribuido y vertebrador de la comunidad educativa.

    En esta ocasión les comparto una nueva clave de las diez que configuran "La escuela que soñamos".

Clave 4: Liderazgo pedagógico distribuido y vertebrador de la comunidad educativa I. Necesidad e importancia de un liderazgo pedagógico, transformador y vertebrador de la comunidad educativa

La escuela que soñamos no puede sostenerse sobre liderazgos unipersonales, verticales o centrados únicamente en la gestión administrativa. La transformación educativa requiere un liderazgo pedagógico que coloque el aprendizaje en el corazón de todas las decisiones, y que al mismo tiempo actúe como fuerza vertebradora de la comunidad educativa. Como señalan Fullan y Quinn (2016), un liderazgo de este tipo no es solo dirección, sino una capacidad compartida de orientar, motivar y acompañar el cambio desde dentro.
En contextos marcados por la complejidad y la diversidad, este liderazgo se revela imprescindible para articular propósitos comunes, generar confianza y favorecer la cohesión entre los distintos actores de la escuela: alumnado, profesorado, familias y entorno social.
II. Liderazgo para:
II.1. Construir una visión y liderazgo compartido entre los miembros de la comunidad educativa
Un liderazgo pedagógico eficaz no impone, sino que convoca. Se trata de construir una visión compartida que dé sentido al proyecto educativo, a partir de las aspiraciones, valores y compromisos de la comunidad. Este proceso requiere diálogo, escucha activa y participación real, de modo que cada miembro pueda sentirse corresponsable de la misión colectiva. En palabras de Bolívar (2010), la escuela que aprende necesita de un liderazgo distribuido, capaz de multiplicar voces y generar consensos.
II.2. Fomentar el desarrollo profesional y una cultura de aprendizaje
El liderazgo pedagógico se expresa también en la capacidad de crear condiciones para que el profesorado se desarrolle como comunidad profesional. Implica promover la reflexión conjunta, la investigación sobre la práctica, la formación continua y la colaboración como hábito. Un liderazgo transformador no solo guía, sino que empodera a los docentes para ser líderes en sus aulas y contribuir al crecimiento de la escuela como organización que aprende.
II.3. Promover la implicación de la comunidad educativa en la toma de decisiones
Un liderazgo distribuido abre espacios para que todos los actores tengan voz en la vida escolar. No se trata únicamente de informar a las familias o al alumnado, sino de incluirlos en la toma de decisiones, reconociendo su papel activo en la construcción del proyecto educativo. Este enfoque potencia el sentido de pertenencia y consolida el compromiso colectivo, al tiempo que refuerza la democracia escolar.
III. Anexo. Propuesta para desarrollar un liderazgo pedagógico y distribuido en la escuela
1. Definir una misión y visión compartida, fruto de un proceso participativo de diálogo.
2. Establecer equipos de liderazgo pedagógico, donde docentes, directivos y representantes de la comunidad trabajen de manera colaborativa.
3. Fomentar la formación en liderazgo distribuido para el profesorado, integrando el desarrollo profesional con la práctica cotidiana.
4. Generar estructuras de participación efectiva (consejos, comités, asambleas) donde alumnado y familias intervengan en las decisiones relevantes.
5. Evaluar colectivamente los avances, con dinámicas de retroalimentación que permitan mejorar los procesos de manera continua.
En síntesis, el liderazgo pedagógico distribuido no es una tarea exclusiva de la dirección, sino una forma de vivir la escuela como comunidad de aprendizaje corresponsable, en la que todos tienen algo que aportar. Cuando el liderazgo se comparte, la escuela se fortalece y se convierte en un verdadero motor de transformación social.
Todo esto y mucho más está desarrollado y disponible en el libro: “DE LA ESCUELA QUE VENIMOS A LA QUE SOÑAMOS. EL CRISOL DE LAS EMOCIONES DE UN APRENDIZ DE MAESTRO.” 
Disponible en: 
Link universal: De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro.

Parte I:



Parte: II





jueves, 4 de septiembre de 2025

Clave 3: La escuela como una organización que aprende y genera las respuestas que necesita desde dentro.

 


Siguiendo con las claves de la escuela que soñamos, hoy les comparto el resumen de la clave 3.

I. Necesidad e importancia de la escuela como organización que aprende

En un mundo caracterizado por la incertidumbre, la complejidad y el cambio acelerado, la escuela no puede limitarse a reproducir prácticas del pasado. Requiere reinventarse continuamente, generando respuestas pertinentes desde su propio contexto. Peter Senge (1990) ya planteaba que las organizaciones que aprenden son aquellas que desarrollan la capacidad colectiva de adaptarse, innovar y crecer, transformando la experiencia en aprendizaje compartido. La escuela, como institución social clave, necesita asumir este papel para no quedar rezagada y poder ofrecer a sus estudiantes las competencias que demanda la ciudadanía global.

II. La escuela como una organización que aprende

Entender la escuela como organización que aprende significa reconocer que no se trata únicamente de un lugar de transmisión de saberes, sino de un espacio vivo en el que todos sus miembros —docentes, alumnado, familias y comunidad— se comprometen en procesos continuos de reflexión y mejora. Michael Fullan (2002) afirma que las escuelas eficaces son aquellas que convierten el aprendizaje en el núcleo de su cultura institucional, donde el error no se sanciona, sino que se entiende como oportunidad de crecimiento.

III. Características de una escuela como organización que aprende

III.1. Desarrollo y mantenimiento de una visión compartida

La visión compartida constituye el motor que alinea los esfuerzos de la comunidad educativa. No se trata de un eslogan vacío, sino de una construcción colegiada en la que se plasman los sueños, valores y prioridades de la escuela. Una visión inspiradora crea sentido de pertenencia y orienta la toma de decisiones, evitando la dispersión de iniciativas.

III.2. Cultura de aprendizaje: gestión del conocimiento, fomento de la curiosidad y el pensamiento crítico

Una organización que aprende se sostiene sobre una cultura que valora el conocimiento, lo sistematiza y lo comparte. La gestión del conocimiento escolar implica identificar buenas prácticas, documentarlas y transferirlas. Además, cultivar la curiosidad y el pensamiento crítico en docentes y estudiantes permite ir más allá de la repetición, promoviendo la indagación y la creatividad como hábitos intelectuales.

III.3. Desarrollo profesional y colaboración efectiva

El aprendizaje organizativo no es posible sin un compromiso firme con el desarrollo profesional docente. La formación aislada resulta insuficiente; es la colaboración sistemática —a través de comunidades profesionales de aprendizaje, trabajo en redes y proyectos conjuntos— la que genera cambios sostenibles. Hargreaves y Fullan (2014) subrayan que la colaboración auténtica crea capital profesional, entendido como la combinación de conocimientos, habilidades y compromiso moral del profesorado.

IV. Cómo transformar la escuela en una organización que aprende

La transformación exige una estrategia deliberada que combine liderazgo pedagógico, estructuras de colaboración y evaluación continua. El liderazgo debe ser distribuido, generando responsabilidad compartida. Las estructuras colegiadas (equipos docentes, redes, círculos de reflexión) favorecen el aprendizaje colectivo. Finalmente, la evaluación no se concibe como control externo, sino como autorreflexión que orienta la mejora. La clave está en que la escuela asuma la convicción de que tiene dentro de sí los recursos para reinventarse y encontrar desde dentro las soluciones a las dificultades que puedan surgir.

V. Anexo. Plan para transformar la escuela en una organización que aprende

1. Diagnóstico inicial: identificar fortalezas, retos y aprendizajes previos.

2. Construcción de visión compartida: talleres participativos con toda la comunidad educativa.

3. Diseño de estructuras colaborativas: equipos de trabajo por proyectos, comunidades profesionales de aprendizaje.

4. Sistematización de buenas prácticas: documentar experiencias exitosas y difundirlas.

5. Formación continua: programas de desarrollo profesional alineados con la visión.

6. Evaluación y retroalimentación: procesos de autoevaluación periódica y reflexión colegiada.

7. Innovación y sostenibilidad: consolidar una cultura en la que el cambio sea asumido como oportunidad y no como amenaza.

Aprender juntos no es un destino,

es un camino sin final,

un acto de confianza en lo humano,

un pacto con la vida para seguir soñando.

En el libro se desarrollan todos estos contenidos que venimos compartiendo de manera resumida. Y está disponible en: AMAZON.



lunes, 1 de septiembre de 2025

Clave 2. Formación del profesional docente colaborativo para la creación de comunidades de aprendizaje


 
   
La escuela que soñamos es una escuela que aprende. Y solo aprende cuando sus docentes aprenden juntos. Esta segunda clave es una invitación a dejar atrás la soledad profesional y a descubrir la fuerza de lo colectivo. Porque la educación, en su esencia, no es otra cosa que un viaje compartido de búsqueda y transformación.

Clave 2: Formación del profesional docente colaborativo para la creación de comunidades de aprendizaje

La escuela que soñamos no se construye en soledad. Requiere del compromiso, la creatividad y la cooperación de todos los docentes que la habitan. La segunda clave nos invita a mirar más allá de la práctica individual y a descubrir la potencia transformadora de la docencia colaborativa y de las comunidades profesionales de aprendizaje (CPA).

I. Necesidad e importancia de la formación para el desarrollo profesional docente colaborativo.

Durante mucho tiempo, la formación del profesorado se concibió como un proceso individual y fragmentado: cursos aislados, talleres puntuales, lecturas personales. Hoy sabemos, sin embargo, que el verdadero aprendizaje docente ocurre cuando se comparte, se contrasta y se construye en diálogo con otros. Como señala Andy Hargreaves (2003), el aislamiento docente es uno de los mayores obstáculos para la innovación educativa. Formarse de manera colaborativa no es una opción, sino una necesidad para responder a los retos complejos de la enseñanza actual.

II. De la práctica docente individual al aprendizaje para una docencia colaborativa.

El tránsito hacia una docencia colaborativa supone un cambio cultural profundo. Significa pasar de la lógica del “mi clase, mis alumnos, mis problemas” a la conciencia de que educar es siempre una tarea compartida. Implica reconocer que cada docente es responsable no solo de sus estudiantes, sino del proyecto educativo común de toda la escuela.

II.1. En busca de un desarrollo profesional docente colaborativo.

El desarrollo profesional colaborativo se fundamenta en la reflexión conjunta sobre la práctica, en el análisis crítico de evidencias y en la búsqueda compartida de soluciones. Como subraya Michael Fullan (2014), los docentes mejoran más cuando aprenden unos con otros que cuando aprenden de manera aislada. La cooperación genuina se convierte, así, en motor de crecimiento profesional y personal.

II.2. Las Comunidades de aprendizaje.

Las Comunidades de Aprendizaje representan una de las expresiones más sólidas de esta colaboración. No se trata solo de grupos de trabajo, sino de auténticas redes donde se comparten visiones, se negocian significados y se construye conocimiento colectivo. En ellas, el aprendizaje no es exclusivo del profesorado: también participan estudiantes, familias y agentes de la comunidad, ampliando la mirada y enriqueciendo el proceso educativo. Wenger (1998) las definió como espacios donde la práctica se transforma gracias a la interacción social, y esta idea sigue siendo hoy profundamente vigente.

III. Hacia un marco del buen desempeño docente colaborativo.
El docente colaborativo es aquel que escucha, que se deja interpelar por otros y que aporta con generosidad su experiencia al servicio del bien común. El buen desempeño, en este sentido, no se mide únicamente por los logros individuales, sino por la capacidad de generar un clima de cooperación, de aprender con otros y de contribuir al crecimiento de la comunidad educativa. Este marco del desempeño colaborativo exige liderazgo compartido, apertura al cambio y confianza mutua.

IV. Anexo: Propuesta sobre cómo desarrollar y poner en práctica las comunidades profesionales de aprendizaje en la escuela.

Poner en marcha una CPA implica algunos pasos esenciales:
1. Construir una visión compartida sobre el propósito de la colaboración.
2. Establecer espacios y tiempos regulares para el encuentro y la reflexión docente.
3. Trabajar sobre evidencias reales: observación de clases, resultados de aprendizaje, experiencias innovadoras.
4. Generar acuerdos colectivos que se traduzcan en mejoras visibles en la práctica.
5. Evaluar y ajustar continuamente el proceso, celebrando los logros y aprendiendo de las dificultades.

 

lunes, 25 de agosto de 2025

Clave 1: La escuela como espacio para el cuidado, el bienestar de las personas y la convivencia positiva.

 


Clave 1 del libro "De la escuela que venimos a la que soñamos. El crisol de las emociones de un aprendiz de maestro."Clave 1: La escuela como espacio para el cuidado, el bienestar de las personas y la convivencia positiva

Imagina una escuela donde cada rincón respira calma, donde las sonrisas son genuinas y donde las palabras de aliento son el eco constante. ¿Suena a un sueño? No lo es. Es la escuela que podemos construir juntos si aceptamos la primera clave como una llamada a transformar nuestras instituciones educativas en verdaderos espacios de cuidado, bienestar y convivencia positiva. No se trata de una utopía, sino de una hoja de ruta para el cambio, un cambio que comienza en cada uno de nosotros.

II.1. La práctica de la ética del cuidado y la convivencia positiva

La escuela, en su esencia, es un microcosmos de la sociedad. Si anhelamos un futuro más empático y respetuoso, debemos sembrar esas semillas en las aulas. Aquí, la ética del cuidado —como subraya Nel Noddings (2005)— se convierte en el corazón de la tarea educativa: una responsabilidad profunda hacia el bienestar colectivo. Cuidar no es solo cortesía, es reconocer y atender las necesidades emocionales, físicas y sociales de quienes comparten la vida escolar. Al mismo tiempo, la convivencia positiva se transforma en el lenguaje universal de la escuela, donde respeto y colaboración son la base de todas las interacciones.

II.2. El desarrollo de habilidades socioemocionales

El cuidado exige también formar personas capaces de reconocerse a sí mismas y de convivir sanamente con los demás. Desarrollar habilidades socioemocionales significa cultivar la autoconciencia, la empatía y la gestión equilibrada de las emociones. Como afirma Daniel Goleman (1995), estas competencias son tan determinantes para el éxito vital como los logros académicos. La escuela soñada es un taller vivo donde niños, jóvenes y adultos se entrenan para afrontar los desafíos de la vida con resiliencia y equilibrio.

II.3. La prevención de problemas de salud mental

En un mundo cada vez más atravesado por la ansiedad, la soledad y la presión, la escuela debe ser un espacio protector. Prevenir no significa medicalizar, sino anticipar y acompañar: enseñar a pedir ayuda, crear redes de apoyo y reducir el estigma. Una comunidad escolar que cuida se convierte en un refugio emocional, donde los estudiantes encuentran apoyo real frente a los riesgos que afectan a su bienestar.

II.4. La mejora del rendimiento académico

El bienestar no es un fin en sí mismo, sino un catalizador. Cuando el alumnado se siente seguro, escuchado y valorado, su motivación y concentración se disparan. La investigación lo confirma: la calidad de los vínculos y la percepción de apoyo predicen mejor el rendimiento que el tiempo de estudio aislado. Invertir en cuidado no resta, sino que multiplica: la felicidad y el aprendizaje se alimentan mutuamente.

II.5. El logro del bienestar docente

No podemos olvidar a quienes sostienen la escuela día a día: los docentes. Un profesor que se siente cuidado, reconocido y apoyado se convierte en un faro de inspiración para su alumnado. Como recuerda Fullan (2021), el bienestar docente es la base de cualquier cultura escolar que aprende y mejora. Cuidar al profesorado es cuidar la escuela en su conjunto.

Esta primera clave es, en realidad, una revolución silenciosa: la apuesta por transformar la escuela en un oasis de bienestar donde todos puedan florecer. El libro De la escuela que venimos a la que soñamos no ofrece recetas cerradas, sino un viaje apasionante que invita a reflexionar y a convertir la lectura en acciones concretas. Porque soñar una escuela humana y solidaria no es solo un deseo: es una responsabilidad que nos compromete a todos.

“Cuidar es sembrar futuro.

El bienestar compartido es la raíz de todo aprendizaje.

La escuela que soñamos empieza hoy, cuando inicies el camino de su búsqueda.”

Estás invitado a ser parte de este proyecto.


jueves, 21 de agosto de 2025

Presentación conversatorio del libro en Argentina, el día 28 de agosto de 2025.


Siguiendo con las presentaciones conversatorios del libro, es un gusto compartirles que el próximo día 28 de agosto, estaremos virtualmente en Argentina Noemí Riera, y gracias a las gestiones de Juan Carlos Valdez de México.

Les dejó la presentación realizada por Adriana y les invitamos a sumarse, será un gusto contar con todos aquellos que compartimos el compromiso, la responsabilidad y el amor por la educación.